A pesar de las amenazas, sacerdote dejó los hábitos para vivir su amor con una catequista
Hernando dejó los hábitos por amor.

El hecho data de 2009. Los protagonistas son Romina Vásquez y Hernando García, quienes se conocieron en San Rafael (Mendoza) cuando ella tenía 18 y él 26.

Para ese entonces, Hernando llevaba unos años como sacerdote, y había sido designado a la Parroquia San Miguel Arcángel. “Romi” desempeñaba tareas como catequista al igual que su mamá, y era muy comprometida con la iglesia católica.

La llegada de Hernando marcó un punto de inflexión, porque a pesar de respetar su investidura, “Romi” lo veía como alguien especial. “Al poco tiempo de ser ordenado, no daba pie con bola. Soy muy piadoso y demás, pero no estaba a gusto, ni cómodo, ni bien. El cura que me convenció de mi vocación me manipuló para llevarme a su parroquia, la de San Miguel”, recuerda Hernando.

“Él estaba peleado con todos los otros curas de San Rafael, yo no podía hablar con ninguno. Pero por estar ahí llegué al punto más importante de mi historia: conocí a Romi. Y bueno, pegamos buena onda”, reconoce.

Los inicios de la relación

Apenas se conocieron comenzaron a pasar tiempo juntos. Eso sí, como confidentes y luego como amigos. No había nada más allá de eso, aclaran.

“Me contaba sus cosas personales y yo también. Pero nunca pasamos ese límite, el de una amistad hermosa. Todo fue muy respetuoso”, cuenta Hernando.

A los cinco años de estar en la parroquia, la relación crecía, pero a Hernando lo envían a estudiar a Roma. Esa decisión de la Iglesia le hizo dar cuenta que no podía estar lejos de Romina.

“La empecé a extrañar horrores, me di cuenta de que me moría sin ella. Me enamoré profundamente. Y dije: listo, ¿por qué sostener algo que no iba más?”, reconoce.

Esa distancia hizo que el amor se fortalezca. Entonces decidieron gritarle al mundo que se amaban. Algo que, por supuesto, no cayó bien en la parroquia.

El sacerdote y la catequista viven felices su historia de amor
El sacerdote y la catequista viven felices su historia de amor

“Siempre fuimos muy libres en el pensar. Nunca sentí el escrúpulo de decir: ‘¿Cómo me voy a enamorar de un cura?’. No lo busqué, es más, siempre recé para que él fuera fiel a su vocación, porque era una buena persona. Pero pasó. Lo que sí sentí fue temor. Imaginate que había ido a esa parroquia desde los seis años”, subraya Romina.

“Nosotros siempre nos manejamos con coherencia. Yo no lo quería a él como amante y que siguiera como cura. Lo quería como hombre conmigo… Se armó un lío bárbaro”, añade Romina.

El sacerdote y la catequista recibieron amenazas

Las cosas se pusieron realmente difíciles, cuentan. “Me mandaron a los laicos a amenazarme. Tuve que poner denuncias policiales, algo impresentable. Me decían que me iban a cag*r a trompadas, de locos”, revela Hernando.

La situación llevó a ambos a tomar distancia de la Iglesia. “Solo me quedó un amigo sacerdote, el padre Eusebio Blanco, que actualmente tiene 89 años. Y mi práctica se redujo al Rosario diario y la oración en conjunto que hacemos”, admite.

A pesar de eso, lograron cumplir uno de sus mayores anhelos que era casarse por Iglesia. No fue fácil porque los expulsaban de todos los lugares religiosos que antes frecuentaban.

Lo importante es que tuvieron la bendición de sus familias, y el apoyo de un sacerdote amigo que accedió a bendecir esa unión. Pasaron 15 años, y pese a que los hijos no llegaron, no se arrepienten de haberse jugado todo por amor.

Fuente: Infobae