Cada 17 de los peronistas celebran el Día de la Militancia Peronista. Esta fecha recuerda a noviembre de 1972, cuando el expresidente y líder popular Juan Domingo Perón regresaba a la Argentina tras el golpe de Estado militar.
Con el peronismo proscripto, el General había intentado regresar a su patria anteriormente, sin éxito. El operativo más famoso fue el de 1965, cuando su avión fue interceptado en Brasil y enviado de regreso a Europa.
La mayoría creyó que el jefe del movimiento político, social y contemporáneo más grande de Latinoamérica no podría volver nunca más. Sin embargo, las pintadas y volanteadas con la consigna “Luche y vuelve” no cesaron, dejando entrever una fe inconmovible, incluso en los años más oscuros por la censura de la autodenominada Revolución Libertadora.
Por entonces, con Perón exiliado, y el peronismo fuera de la institucionalidad democrática y proscripto, ser militante de la causa justicialista era exponerse a ser torturado o asesinado por las fuerzas armadas o de seguridad. Fue un verdadero movimiento de resistencia que persistió durante la alternancia de dictaduras militares y gobiernos civiles condicionados.
Sólo la acelerada descomposición del régimen dictatorial por causa de esa misma resistencia popular, produjo la cadena de eventos políticos que obligaron al presidente de facto Agustín Lanusse a iniciar negociaciones con Perón, tras comprender que solo él podía pacificar a sus seguidores más radicalizados y controlar las llamas de aquel incendio que la dictadura había provocado en la Argentina.