En esta Nochebuena, el asado será la “vieja confiable” de las mesas argentinas

Esta Nochebuena, el asado será el protagonista indiscutible en las mesas de los argentinos, ya que se trata del “viejo confiable” en las celebraciones. Más allá de ser un plato, el asado es un símbolo de identidad nacional, reconocido recientemente entre los diez mejores platos del mundo por la prestigiosa revista culinaria Taste Atlas.

El asado argentino no es solo una comida, sino una tradición transmitida de generación en generación. Su relevancia social lo convierte en un sinónimo de encuentro más que de celebración: cualquier ocasión es motivo suficiente para encender las brasas y compartir con familiares y amigos.

El ritual incluye aspectos clave como la selección de cortes, los condimentos, el orden en que se sirven las piezas, los acompañamientos y, sobre todo, la figura del asador. Este último, con su pericia, asegura el éxito del evento: sabe cuándo encender el fuego, cómo cocinar la carne y el momento exacto para servirla según el gusto de cada comensal.

Reconocimiento internacional

El asado argentino ocupa el sexto puesto en el ranking de los mejores platos del mundo de Taste Atlas, que evaluó 11.258 comidas basándose en 367.847 valoraciones. El listado lo encabezan la lechona colombiana, la pizza napolitana italiana, la picanha brasileña, el rechta argelino y el curry phanaeng tailandés.

La calidad de la carne argentina, producto de una crianza especializada del ganado, y su método exclusivo de cocción a la parrilla fueron determinantes para este reconocimiento. La tradición, el sabor y la técnica de preparación distinguen al asado argentino de otros estilos de parrilla en el mundo.

Orígenes históricos

El asado tiene sus raíces en los gauchos, representantes de las costumbres del campo argentino. Desde el siglo XVI, tras la llegada del ganado vacuno a la región pampeana, los gauchos comenzaron a cazar estos animales, inicialmente para comercializar sus pieles y cebo.

La carne, en aquel entonces, se cocinaba en hoyos cavados en la tierra con fogatas encendidas en su interior, marcando los primeros pasos del asado criollo. Con el tiempo, el crecimiento de la población y los avances en la conservación de alimentos permitieron que esta práctica se extendiera más allá del campo, y se arraigó como una costumbre en todo el país.