Zamora y el corazón partío
Álvaro Aurane

“¿Quién llenará de primaveras este enero?”. (Alejandro Sanz, “Corazón partío”)

 

El verano era sinónimo de pausa con distancias hasta que los teléfonos se convirtieron en una suerte de extensión natural del cuerpo de las personas. El gobernador Gerardo Zamora viene comprobando esa circunstancia particularmente durante este crujiente 2025.

A los comunes casos propios de la administración de un Estado, sobre todo en el empobrecido Norte Argentino, se superponen dos agendas urgentes. Una de ellas es nacional e institucional, y entonces el teléfono se puebla de llamados de afuera de Santiago del Estero. La otra es electoral y provincial. Tiene, metafóricamente, el “corazón partío”: palpita ambas cuestiones a un mismo tiempo.

Tres cuestiones nacionales

Las conversaciones sobre la cuestión nacional, en esta primera mitad de enero, han estado signadas por la convocatoria a sesiones extraordinarias del Congreso, dispuesta por el Ejecutivo Nacional. Hay numerosos temas, pero los que más atención e intereses concitan son tres.

El primero es el proyecto de “Ficha Limpia”, que le importa particularmente al PJ porque vedaría la candidatura de personas con sentencia adversa en doble instancia, situación en que se halla la titular del partido, la ex presidenta Cristina Fernández. Este tema, a la vez, es un asunto que dejó muy mal parado al Gobierno nacional a finales del año pasado. Dos veces llegó al recinto de Diputados la iniciativa impulsada por Silvia Lospennato y dos veces fue saboteado por parlamentarios libertarios, que se encargaron de dejar sin quórum la Cámara Baja para el tratamiento del dictamen. La Casa Rosada argumentó, más apurada que documentada, que el proyecto originario tenía falencias y que presentarían uno mejorado. Algo que, en los hechos, todavía no ha ocurrido.

La segunda cuestión son las PASO. Hay consenso para que no se celebren este año, lo cual no deja de ser una mala noticia para la calidad democrática. En la Argentina, los partidos políticos tienen el monopolio del acceso a los cargos electivos. Ya en la década de 1980 el fallo “Ríos” dejó en claro que no puede haber candidatos sin partido. Pero precisamente en esa década se celebraron las dos últimas grandes internas partidistas: la de la UCR, en 1983; y la del PJ, en 1988. Luego, en nombre de que “las situación no está para llamar a internas”, las listas fueron el resultado de acuerdos de cúpula: el ciudadano acudía al cuarto oscuro a votar listas cerradas, sin haber tenido ninguna injerencia en su confección. Eso se acabó con las PASO, que le dieron más poder al pueblo: el elector define quiénes serás los postulantes. Las primarias fueron creadas por ley en 2009 y ningún oficialismo las quiso, pero sí fueron útiles para organizar a la oposición. Ahora, hasta los opositores quieren votar su suspensión, pero La Libertad Avanza quiere eliminarlas definitivamente.

Finalmente, el nombramiento del juez Ariel Lijo y del jurista Manuel García-Mansilla en la Corte de la Nación. De esos pliegos sólo se ocupa el Senado y se necesitan los dos tercios para designarlos: el PJ tiene 31 de los 72 senadores. Y cuando asuma Stefanía Cora, la reemplazante del destituido Edgardo Kueider, tendrá una banca más. De modo que la negociación de LLA con el PJ es ineludible. Y compleja. Por alguna extraña razón, no son pocos los que suponen que Lijo es considerado como “propio” por el kirchnerismo. Su nombre llegó a oídos del presidente Javier Milei por boca del juez supremo Ricardo Lorenzetti, quien votó contra los intereses de Cristina en los principales casos que llegaron al alto tribunal. De modo que Lijo (resistido por el PRO de Mauricio Macri) es candidato libertario y los “K” quieren, a cambio de apoyarlo, poner el otro (u otra) vocal de la Corte.

Estas discusiones no son ajenas para Zamora. Cuál es su grado de involucramiento depende de la fuente que se consulte. Pero lo cierto es que su opinión incide en los diputados y los senadores santiagueños, de modo que el debate sobre estos asuntos siempre está zumbando en su teléfono.

Tres asuntos provinciales

En cuanto a la cuestión provincial, hay tres asuntos con plazos perentorios improrrogables. Por un lado, la cuestión de la sucesión en la Gobernación. La decisión no estaba tomada hasta las Fiestas de Fin de Año. Habrá que ver que si la determinación llega durante este verano.

La segunda cuestión es la de las listas. Santiago del Estero es uno de los 8 distritos que vota senadores. Y renueva 3 diputados nacionales. Si hubiera una lotería de candidatos, todos se apostarían por Zamora a la cabeza de la lista para la Cámara Alta: el Senado es, en esencia, un club de gobernadores (pasados o futuros). Pero es otra incógnita aún sin respuesta oficial.

El tercer asunto es si se desdoblarán los comicios. Es decir, si la elección local será separada de la nacional. Ya los dos principales distritos electorales, la Provincia de Buenos Aires gobernada por Axel Kicillof (PJ), y la Ciudad de Buenos Aires administrada por Jorge Macri (PRO), se encaminan a ese escenario. El justificativo es la claridad electoral. Peronistas y macristas aducen que los electores no debieran ver mezclados los intereses nacionales con la elección de autoridades locales, y viceversa. Contra esta lectura se opone la demanda de “baja del gasto público”, atendible en la crisis. Pero no menos cierto es que si los gobiernos de la democracia no tienen para gastar en la democracia, la argentinidad se resiente: la democracia es forma de gobierno y, a la vez, estilo de vida.

La reivindicación de la voluntad popular también esconde una decisión opositora: aunque vienen de espacios antogónicos, como el PJ y el PRO, nadie quiere por ahora chocar contra Milei en las urnas.

El caso santiagueño no escaparía de esta lógica. No es una “sensación” sino una estadística: en 2023, cuando Milei era apenas un diputado despeinado, siempre crispado en los videos de TikTok, en Santiago del Estero logró 200.000 votos. Para cualquier vecino es un número inesperado. No debiera serlo para nadie del poder. Porque en la política no hay sorpresas: solamente hay sorprendidos.

En el oficialismo, formalmente, impera un discurso de tranquilidad. Léase, terminaron 2024 con buenos números tanto en las finanzas públicas (permitió otorgar un bono de $ 1,3 millón a los empleados públicos) como en la imagen del Gobierno. A ello se suma el acompañamiento del peronismo, tanto a nivel provincial como nacional. De modo que las fuentes gubernamentales sostienen que las elecciones son un asunto del cual ocuparse, no del cual preocuparse.

Aclarado ello, no menos cierto es que los 200.000 votos de 2023 (cuando LLA era una promesa y no la realidad aposentada en la Casa Rosada) existieron. Y fueron un llamado de atención. Si hay desdoblamiento electoral, Zamora estará diciendo que tomó nota de aquella cifra disruptiva y que tiene reflejos para volantear esas circunstancias. Pero el tema excede a la sola figura del gobernador. Es decir, ¿el equipo de Gobierno ha tomado nota también? ¿Los colaboradores mostraron reflejos?

La ola de calor se vive esta semana con particular intensidad en Santiago del Estero porque, en lo profundo del poder, hay un hervidero de rumores, en el que se cocinan especulaciones respecto de cambios de Gabinete y hasta de “oxigenación” del círculo más estrecho en torno de la gobernación.

No debiera ser una novedad. Desdoblar los comicios atiende el síntoma. No la causa.