Milei “cuadruplicó” los salarios y nosotros sin saberlo…

Por Álvaro José Aurane | Para Info del Estero

El presidente Javier Milei, en el contexto de su participación en el Foro Económico Mundial de Davos, concedió una entrevista a la cadena “Bloomberg”, en la que realizó una afirmación particularmente inquietante. “Devolví libertad a la Argentina y mejoré los salarios promedios en el mercado formal pasaron de 300 a 1.100 dólares”, afirmó el mandatario.

Dicho así, la situación coloca a los trabajadores en una situación imaginada a finales del siglo XVII por Molière, el célebre dramaturgo francés, en la comedia “El burgués gentilhombre”. El protagonista es el señor Jourdain, “un nuevo rico”: ha heredado una fortuna de su padre, quien comerciaba harapos: era trapero. “Monsieur Jourdain” oculta ese oficio poco gallardo porque aspira a ser aceptado por la aristocracia. Contra sus planes conspiran su mal gusto inoxidable y su ignorancia legendaria. Así que no repara en gastos para “cultivarse”: tiene profesores de baile, música, esgrima y filosofía.

A este último se le presenta enfundado en una bata con figuras de ramas (su sastre le dijo que así visten en la mañana las “gentes de calidad”) y le confiesa su desvelo: quiere aprender “ortografía” porque se ha enamorado de una dama de abolengo y desea escribirle. El filósofo le pregunta si quiere enviarle versos, lo cual Jourdain desestima. Así que su profesor le pregunta si se conforma con un texto en prosa. “No quiero ni prosa ni verso”, dice el “alumno”. Asombrado, el formador contesta que no hay otras opciones. Sorprendido, el protagonista pregunta cuál de esas dos variantes se emplea al hablar. “Prosa”, contesta el filósofo. “Pues a fe mía que hace más de 40 años que me expreso en prosa sin saberlo”, responde Jourdain.

Cuando Milei consigna que ha llevado los salarios del mercado laboral formal de U$S 300 a U$S 1.100, la primera impresión de un empleado es que su sueldo se ha cuadruplicado y, “a fe suya”, esto ha ocurrido sin que él llegue a saberlo. Más aún: sin siquiera notarlo. Parece que de pronto, y masivamente, todos somos “Monsieur Jourdain”. Por caso, ya somos, casi, “nuevos ricos”

Para evitar esta suerte de “Síndrome de Molière” es necesario desmontar la aserción presidencial. En definitiva, analizar equivale a descomponer un “todo” en cada una de sus partes para poder considerarlas separadamente. De ese ejercicio surge que la afirmación presidencial es inexacta. Es incompleta. Y ello redunda, necesariamente, en que también es falaz.

Lo inexacto

Lo primero a precisar es que la ponderación salarial de Milei no es precisa. Para apreciar el contraste es necesario familiarizarse con un concepto: el RIPTE. Un índice cuyas siglas explican acabadamente en qué consiste: es la Remuneración Imponible Promedio de los Trabajadores Estables. Es un indicador que, junto con el CIPA y el Índice de Variación Salarial del Indec son los más usados para análisis económico.

En diciembre de 2023, cuando Alberto Fernández deja la Presidencia de la Nación y asume Milei, el RIPTE era de unos U$S 500, medido en términos del dólar MEP. Se trata de un dólar financiero (sus siglas refieren al Mercado Electrónico de Pago) y perfectamente legal. En noviembre pasado (último dato disponible), el RIPTE era de unos U$S 1.080.

Esta primera aproximación determina dos cosas. La primera es que en esta “dolarización” de los salarios, la recuperación no equivalió a multiplicar por cuatro, sino por dos.

La segunda es que, en efecto, hubo una apreciación del salario en la estimación en dólares. Pero lo que no dice el Presidente de la Nación es que en un proceso de apreciación cambiaria todo tiende a apreciarse, incluyendo los precios.

Este “no decir”, justamente, nos deja frente al segundo elemento del análisis: la consideración de Milei, además de inexacta, es incompleta.

Lo incompleto

El economista Miguel Palou, de la consultora Pizavil, consultado por Info del Estero, puntualiza que, en pesos, el coeficiente de ajuste de los salarios (hablamos de RIPTE) fue 163% desde noviembre de 2023 a noviembre de 2024 (último dato disponible). Mientras tanto, la inflación acumulada, en igual período, fue del 165%. Es decir, los salarios no ganaron “4 a 1”. En el mejor de los casos, en términos reales, finalizaron empatados. Y pidiendo la hora al referí.

Ahora, para ser justos en el análisis, conviene “dolarizar” la cuestión. Si se ha determinado que el RIPTE pasó de U$S 500 U$S 1.080, esto equivale a una apreciación del 116%. En igual período, la inflación en dólares (siempre sobre la base del dólar MEP) fue del 90%.

Vamos a ponerlo en términos materiales: un producto que en 2023 salía 1.500 pesos (por ejemplo, una botella de gaseosa cola de primera marca), en noviembre de 2024, sale 3.975 pesos. Eso implica que al tipo de cambio MEP, el producto que salía 1,76 dólar a finales de 2023 costaba 3,40 dólares a finales del año pasado.

El agravante es que no todos los productos se comportaron como los refrescos. El caso más patente es la boleta de la electricidad, que por efecto del ajuste relativo de precios y la liberación tarifaria creció muy por arriba del índice general. De acuerdo con las mediciones del Indec, en la “Era Milei”, los alimentos y bebidas no alcohólicas experimentaron un aumento del 152%. En tanto, el ítem que incluye tarifas dentro de su composición creció el 297%. Prácticamente el doble. Con ese criterio, quien pagaba $ 1.500 pesos en noviembre de 2023, en noviembre de 2024 pasó a abonar 5.640 pesos. Es decir, pasaste de un 1,76 dólar (sobre la base del MEP) a 4,82 dólares. Es un aumento del 173% de la tarifa de la energía en dólares. Y como ya hemos determinado, eso está muchos (pero muchos) puntos porcentuales por encima del porcentaje de recuperación de los salarios de los que se jacta Milei en el Foro de Davos y sus alrededores.

Huelga decirlo, en la realidad doméstica, la cuestión es varias veces más peor que en la estadística.

Esto desemboca en la última cuestión: la falacia de la aserción oficialista.

Lo falaz

Para ponerlo en contexto: es innegable que la inflación viene bajando. En diciembre de 2023 superó el 25% y el mes pasado estuvo en el 2,7%. El Gobierno, además, está buscando que caiga aún más bajo.

Ahora bien: el contraste que los salarios argentinos han mostrado menos fortaleza de recuperación, mal que le pese al discurso libertario, porque están creciendo menos que lo esperable.

La síntesis de la evolución de los ingresos de los argentinos es reseñada por Palou. Considerando el período que va de noviembre de 2023 a octubre de 2024, el economista determina:

  • Los salarios del sector privado sufrieron una caída del 0,32% en términos reales.
  • Los sueldos de los trabajadores del sector público cayeron el 14,76%.
  • El Salario Mínimo Vital y Movil experimentó un retroceso del 28,38%
  • El RIPTE registra una variación negativa del 1,27%

Los únicos dos tipos de ingresos que experimentaron una verdadera recomposición son los de los sectores sociales más pobres:

  • La jubilación mínima, que subió 7,56%.
  • La Asignación Universal por Hijo (AUH) creció nada menos que el 97,7%.

Eso conspira contra una recuperación más vigorosa. O, dicho de otro modo, expone que aunque Milei llegase a decir que estaba “reescribiendo las constantes de Paretto” para ganar el Nobel de Economía, hay “constantes” de las que no puede escapar.

No se puede, al mismo tiempo, lograr una caída de la inflación, una mayor acumulación de reservas para el Banco Central y salir del “cepo” cambiario. Es el dilema (o “trilema”) de Milei, que tiene un costo implícito elevado en términos de crecimiento.

Los trabajadores lo advierten todos los días, sin necesidad de los profesores de baile, de música ni de filosofía con que contaba el burgués gentilhombre de Molière. Así que el discurso presidencial no debería hablar a los argentinos como si creyera que todos son “Monsieur Jourdain”.