Después de que Eduardo Serenellini presentara su renuncia el martes al frente de la Secretaría de Prensa, el Gobierno confirmó que “eliminará el área” y sus responsabilidades serán absorbidas por el vocero presidencial, Manuel Adorni, quien ahora quedó bajo control de todo lo respectivo a la comunicación oficial y la relación con los medios.
La medida saldrá publicada en el Boletín Oficial entre el viernes y el lunes, según adelantaron. De esta manera, Adorni concentrará todas las funciones desde su lugar como secretario de Comunicación y Medios, cargo que ostenta desde el pasado septiembre y que le otorga rango de ministro.
La fagocitación de la Secretaría de Prensa por parte del vocero presidencial es la culminación de una interna donde Serenellini siempre tuvo todas las de perder. El periodista, conocido por su paso por LN+ y Radio Continental, había llegado al Gobierno por su vínculo personal con el presidente Javier Milei, producto de haber sido uno de los primeros en abrirle el micrófono al líder libertario antes de su éxito en las elecciones que lo llevarían a la Casa Rosada.
Sin embargo, a medida que se desenvolvió el primer año de gestión, quedó claro que el encargado de planificar y ejecutar la política de prensa del Gobierno cada vez tenía menos injerencia en la toma de decisiones, mientras que Manuel Adorni se consolidó como el portavoz del presidente a partir de sus intervenciones en las conferencias de prensa.
Salto
Ese duelo subterráneo se vio zanjado cuando Adorni fue ascendido en septiembre de 2024 como titular de la Secretaría de Comunicación y Medios, lo que le otorgó rango de ministro y concentró en su persona todas las políticas de difusión de mensajes gubernamentales, así como la administración de los medios nacionales.
Así, Serenellini, que nunca llegó a tener gravitación en el Gobierno, dedicó gran parte de su tiempo a armar reuniones en distintas partes del país con referentes sectoriales, a quienes les prometía elevar sus reclamos al presidente u otros funcionarios, Esto generaba recelo en los altos mandos del Ejecutivo, quienes comenzaron a pujar por su salida.