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Por Álvaro José Aurane | Para Info del Estero
En sólo dos semanas, el Gobierno de La Libertad Avanza ha mostrado su verdadera cara. Es el rostro de la autocracia. El maquillaje de “las fuerzas del cielo” se corrió el 14 de febrero: el Día de los Enamorados fue, también, el día del desengaño. En esa fecha el presidente Javier Milei promocionó la criptomoneda $Libra. A partir de ahí, el oficialismo se volvió una caricatura de lo que predicaba.
“Yo tengo el culo limpio, no necesito que la Corte me salve”, decía el mandatario el 1 de mayo de 2024 en una entrevista. “Si uno de mis funcionarios incurriera en un acto de corrupción, le pego una patada en el culo”, agregaba. Esta semana, sin embargo, el escándalo sin precedentes de la “criptoestafa” ganó un volumen internacional pocas veces visto. Hay empresarios denunciando que les pidieron dinero para reunirlos con el jefe de Estado. Pero él, en vez de dar explicaciones, le pidió a un gobernador que renunciase. Y, como si nada de esto bastase, nombró por decreto a dos jueces de la Corte Suprema. El Gobierno es una comparsa que danza al ritmo de esos tres desatinos. Y, como la ironía es el postre de la historia, ahora que el carnaval ha llegado, lo encuentra sin caretas.
Sin antifaz
El escándalo de $Libra está lejos de agotarse. Hasta aquí, buena parte de la discusión ha girado en torno de su mecánica: Milei publicitó la criptomoneda apenas minutos después de que fuera habilitada y dio a conocer le “dirección” del “contrato inteligente” para invertir en ella cuando no figuraba en ninguna lista. Su valor se disparó y, cuando llegó al pico, los creadores retiraron los fondos: en horas, millonarias ganancias para ellos, millonarias pérdidas para 44.000 inversores.
Ahora bien: lo que ni el Presidente ni su Gobierno explicaron es por qué Milei promocionó $Libra con información falsa. “Este proyecto privado se dedicará a incentivar el crecimiento de la economía argentina, fondeando pequeñas empresas y emprendimientos argentinos”, dice el tuit en “X” que borró después. Nada, absolutamente nada del proyecto $Libra establecía pautas referidas a financiar Pymes. Entonces, la oferta para poner dinero ahí contaba, por un lado, con el aval del Presidente; y, por otro, con el compromiso de que invertir en esa cripto era también invertir en la Argentina.
Elefantes en el cordsódromo
Incapaz de responder ni de reparar este desmadre, la lógica libertaria fue tratar de desplazar el escándalo con otro escándalo. Es la vieja tesis de que para hacer pasar inadvertido un elefante en un cordódromo hay que llenar esa calle de paquidermos. Entonces, de repente, el Poder Ejecutivo Nacional designó al abogado Manuel García-Mansilla y al juez federal Ariel Lijo como vocales de la Corte Suprema. Una decisión de una dudosísima constitucionalidad.
Al respecto caben dos grandes posturas. Una es la de los libertarios, que plantean una interpretación restringida del texto constitucional. Es decir, ajustarse literalmente a lo que dice el inciso 19 del artículo 99, que determina las atribuciones del Poder Ejecutivo: “Puede llenar las vacantes de los empleos, que requieran el acuerdo del Senado, y que ocurran durante su receso, por medio de nombramientos en comisión que expirarán al fin de la próxima Legislatura”.
Si a esto y sólo a esto hubiere que ceñirse, lo cierto es que en ese caso sólo procedería el nombramiento por decreto de García-Mansilla: él cubre la vacante dejada por Juan Carlos Maqueda, quien cesó como vocal de la Corte al cumplir los 75 años, el pasado 29 de diciembre, con el Congreso de la Nación en receso. Pero no se puede aplicar esto a la designación de Lijo, quien cubre la vacante de Elena Highton de Nolasco: ella dejó el superior tribunal en 2021. Esto, sin siquiera entrar en consideraciones respecto de los antecedentes judiciales de Lijo, que lo convierten en el verdadero juez de “la casta” ala que los libertarios supuestamente venían a combatir.
La segunda postura es la de la interpretación amplia de la Carta Magna. El mencionado inciso 19 del artículo 99 es parte de la “Constitución” histórica. En la reforma de 1994 no se lo quitó (con ello, tiene plena vigencia), pero quedó sumamente restringido dentro del mismo artículo. Dice el inciso 4 que el Poder Ejecutivo: “Nombra los magistrados de la Corte Suprema con acuerdo del Senado por dos tercios de sus miembros presentes, en sesión pública, convocada al efecto”.
En este punto es crucial comprender el espíritu de la Constitución: la Corte Suprema es el tribunal máximo de toda la república. Por ello se requiere que sus miembros sean nombrados con una mayoría agravada (dos tercios) nada menos que del Senado. En la Cámara Alta todas las provincias se encuentran representadas en absoluta igualdad: tiene el mismo número de representantes la provincia de Buenos Aires que la de Santiago del Estero. Lo que Milei acaba de hacer ahora es decidir que su lapicera tiene el mismo peso que el consenso del conjunto de los distritos de la Argentina.
Tarifas de carnaval
Los gobernantes libertarios decidieron que para distraer la atención de la opinión pública de la descomunal “criptoestafa” valía la pena sacrificar el federalismo. Y con ello, socavar uno de los cimientos del sistema gubernamental. Porque dice el artículo 1 de la Constitución Nacional que nuestra nación adopta para su gobierno la forma representativa, republicana y federal.
Días después, lo ratificaron. El viernes, el diario estadounidense The New York Times, uno de los más influyentes del mundo, publicó en su portada una investigación (bastante más celera que la de la Justicia argentina) en la cual, con nombre y apellido, hay testimonios de inversores que afirman que empresarios argentinos involucrados en el escándalo de $Libra les pedían dinero para reunirlos con Milei. Inclusive, con cifras: saludo y foto con Milei, 50.000 dólares. Reunión con él en la Casa Rosada, medio millón de dólares. Y hasta un modelo de contrato (sin firma, cabe aclarar) ofreciendo negocios digitales en el país por 90 millones de dólares.
El diario de EEUU publicó su informe a las 7.10, hora argentina. A las 7.02, Milei publicaba en su cuenta de “X” un posteo pidiéndole a Axel Kicillof que renunciase como gobernador de Buenos Aires para que la Nación pudiera intervenir la provincia federalmente y así combatir la inseguridad. Las especulaciones de que no fue una coincidencia horaria, sino de una maniobra de distracción, han sido ampliamente difundidas. Una vez más, el principio constitucional del federalismo era sacrificado por el Gobierno con tal de que no se hablase del “tarifario” dentro del país. Porque fuera de él, más de 150 medios de todo el planeta reprodujeron el artículo del medio de los Estados Unidos.
Que quede claro: la situación de la inseguridad bonaerense es una tragedia injustificable. Realmente viven un “baño de sangre” los argentinos que residen en esa provincia. Y la responsabilidad de Kicillof, por acción o por omisión, es inexcusable. Pero que un Presidente le pida a un gobernador que renuncie, y que amenace veladamente con intervenirlo, pone en crisis el respeto por la voluntad popular y por la autonomía de las provincias. En todo caso, supóngase un escenario a la inversa: ¿qué hubiese dicho el oficialismo nacional si un gobernador peronista le hubiera pedido la renuncia al Presidente por el escándalo de la criptomoneda? ¿Cuál habría sido la reacción libertaria?
Al compás del tamboril
Anoche, en el mensaje presidencial durante la apertura del período de sesiones ordinarias del Congreso, estos tres tambores marcaron el ritmo político del discurso de Milei. El capítulo económico estuvo signado por los elogios que el jefe de Estado se prodigó a sí mismo (siempre apena que sea el Presidente, y no un tercero, el que declare que el actual Gobierno es “el mejor” de la historia”), y por la autocelebración de su gabinete.
Pero en términos políticos, volvió a criticar a Kicillof (aunque ya no habló de “intervención”). Tuvo el descaro de reclamar que no se politice la designación de los jueces. Y nada dijo de la “criptoestafa”. Su altercado con el diputado radical Facundo Manes, precisamente, tuvo con ver con el reclamo del parlamentario para que dijera algo sobre $Libra y para que empezaran a respetar la Constitución.
Carroza con animales de granja
La “revolución libertaria” se ha tornado carnavalesca. El escándalo de $Libra le quitó autoridad a la palabra presidencial. Y las acciones de los últimos días para tratar de solaparla han despojado de seriedad a la gestión, porque lo que hacen nada tiene que ver con lo que dijeron que iban a hacer.
La comparsa oficialista, en ese aspecto, parece ser una alegoría de la “Rebelión en la Granja” de George Orwell. En esa novela de 1945, sátira del stalinismosoviético, cuando los animales toman el control de la hacienda postulan “Siete Mandamientos”. Buscaban, por un lado, diferenciar a los animales de los humanos. “Ningún Animal dormirá en una cama”, decía uno de los principios. Por otra parte, proclamaban que no habría diferencias entre ellos. “Todos los animales son iguales”, consignaba otra máxima. Sin embargo, los que habían llegado al poder comenzaron a mostrar conductas similares a las que decían combatir. Los que prometían la erradicación de los dormitorios, de pronto empezaron a habitarlos. Así que los “mandamientos”comenzaron a reescribirse. “Ningún animal dormirá en una cama… con sábanas”, decía la norma reformada. Al final, de todos los principios que habían sido invocados para llegar al poder,sobrevivió solamente un postulado: “Todos los animales son iguales, pero algunos son más iguales que otros”.
La prometida “revuelta anticasta” muestra los mismos disfraces. Al ajuste iba a pagarlo “la casta”, pero lo pagaron los trabajadores y los jubilados. La moneda nacional era “excremento” e iban a dolarizar la economía, pero sólo dolarizaron las tarifas de los servicios públicos. “La casta”, sin distinciones, tenía la culpa de todos los males. Pero resulta ahora que, entre jueces nombrados por decreto y estafas con criptomonedas, resultó que en “la casta” algunos son más iguales que otros…
Por cierto, en el Gobierno libertario ya no hablan más de Juan Bautista Alberdi, el prócer del liberalismo argentino, que legó la Constitución Nacional. La escribió con el convencimiento de que sólo su cumplimiento nos haría verdaderamente libres…