
En el marco de la conmemoración de los 12 años del pontificado de Jorge Mario Bergoglio como Papa Francisco, resurgen los recuerdos de su paso por Villa Mailín cuando aún era cardenal. La visita se produjo en el año 2000, durante la Solemnidad de Pentecostés, cuando fue invitado por el entonces rector del santuario, el padre Segismundo Schaenzle, conocido como padre Sigmund.
Aldo César Ferreyra, quien en aquel tiempo estaba a cargo del equipo de animación para las fiestas, recordó en diálogo con Info del Estero algunos detalles de aquella jornada. Según relató, el cardenal Bergoglio llegó temprano al santuario, compartió el desayuno con el equipo organizador y luego se dirigió al templo para confesarse.
Posteriormente, presidió la misa central de las 10 de la mañana, una celebración en la que también concelebró el entonces obispo diocesano, monseñor Juan Carlos Macarone.
Finalizada la misa, Bergoglio participó en la tradicional procesión alrededor de la plaza del santuario. Según Ferreyra, se lo vio profundamente interesado en el desarrollo de la festividad, observando con atención y realizando preguntas al padre Sigmund sobre diversos aspectos que le llamaban la atención. Durante el recorrido, bendecía a los fieles, se acercaba a ellos para conversar y les brindaba palabras de aliento.
Uno de los momentos más significativos se produjo al finalizar la procesión, cuando Bergoglio ingresó al templo junto a la imagen de Nuestro Señor de los Milagros de Mailín y los fieles. Luego, subió junto al padre Sigmund hasta el sector donde se reserva la cruz y, finalmente, permaneció en soledad en oración ante ella.
Ferreyra destacó que, más allá de su carácter serio y profundo en sus reflexiones, el entonces cardenal demostró una gran cercanía con la gente. “Era muy dado a ir hacia las personas, bendecirlas, preguntarles sobre su vida y alentarlas”, expresó.
A 12 años de su elección como sumo pontífice, los fieles y devotos de Mailín siguen recordando esta visita de Jorge Bergoglio a la Villa y lo atesoran como un recuerdo invaluable que pasó a formar parte de la riqueza culturar y religiosa del lugar.