
Anoche se sortearon los grupos de la edición 2025 de la Copa Libertadores. El país estará representado por varios clubes y nuestra provincia lo hará vía Central Córdoba. Ahí se abre un interesante debate sobre si, por ejemplo, los hinchas de Mitre y Güemes, enemigos históricos deportivos del ferroviario deben “apoyar” al team santiagueño o, desear, rogar, implorar que le vaya horrible. Cada uno sabrá.
En el azar de las bolillas a Central Córdoba, que mientras pasaba todo esto en la sede de la CONMEBOL, en Paraguay, se traía un triunfazo de Victoria, al derrotar a Tigre 2 a 1, le tocó el Grupo C junto a Flamengo, de Brasil, Liga Deportiva Universitaria de Quito, de Ecuador y Deportivo Tachira, de Venezuela. De este grupo de 4 hay dos campeones de la Copa Libertadores: Flamengo tres veces (1981, 2019 y 2022) y la Liga Deportiva (2008), con la conducción del Patón Bauza.
Central Córdoba debutará en el Estadio Único Madre de Ciudades, en tal vez uno de los eventos deportivos más importantes de la historia de la provincia y si medimos “libra por libra”, sin segmentar si son deportivos, culturales, religiosos, políticos etc, también lo sea. Luego de eso se cruzará dos veces con Flamengo, primero allá, en Brasil, en el mítico Maracaná, y luego la revancha en nuestra provincia.
Siempre, en estos casos, surge, desde quienes no son hinchas de Central Córdoba, el contarle las costillas a los denominados “hinchas nuevos”, o “hinchas de moda”. Suele pasar, es muy común. Todos los clubes los tienen, pero bienvenidos sean si la idea es sumar, estar y ser parte. Pero en estas líneas queremos referirnos al otro hincha de Central Córdoba, al de siempre, al que se “comió” la B de la Liga Santiagueña, al que recorrió canchas bravas del interior del país en los viejos regionales, luego los denominados Torneos Argentino B, Argentino A, hoy Federal A y así.
No pretendemos separar uno del otro, hay cuestiones etarias también, a quien tiene 14 años no le vamos a pedir este recorrido porque biológicamente no pudo hacerlo, después estará el de 45 años, que por ahí siempre fue simpatizante ferroviario, casi de no ir a la cancha, como ese que responde “a mí nunca me interesó la política, siempre fui peronista” y que ahora, con la irrupción de Central en primera en los últimos años se convirtió en un fanático. ¿Acaso alguien tiene “hinchometro” para medir cuanto fanatismo en sangre tiene un nuevo fan o aquel que lo sigue a Central desde el “under”, o desde Cemento, hablando en términos rockeros? No lo sé, problema de cada club. Desde aquí tendemos a pensar que todo suma, que todo sirve.
Lo cierto es que la vida y el futbol tienen atajos misteriosos. Central Córdoba estuvo a minutos, literalmente, de haber accedido a jugar la Copa Libertadores 2020, y fue justamente Flamengo el que le negó esa posibilidad allá en noviembre de 2029, cuando en una ráfaga de 3 minutos “Gabigol” se lo daba vuelta a River y se quedaba con la copa. Si el millonario era campeón Central clasificaba a la Libertadores 2020, porque ya era finalista de la Copa Argentina, justamente frente a River, que al ser campeón continental liberaba el cupo y la final de la Copa Argentina encontraba a los dos ya clasificados.
Los hinchas de Central, los nuevos, los viejos, los que conocen rutas y estadios inhóspitos, los que son más de este tiempo, los que por tradición oral se saben de memoria el equipo que le gano a Boca en la Bombonera, los que te dicen que el más grande es Pablo Díaz, los que te dicen que es Kily Vega, Coleoni o incluso De Felippe, los que no se olvidan del uruguayo Barreto, los que recuerdan al equipo de 1998, al que ascendió en Mendoza, al que subió a primera en Junín, todos ellos viven un sueño, y no quieren que los despierten.
Central Córdoba y su escudo estarán presentes en el Maracaná. En ese mismo estadio donde jugaron Pele, Maradona, Cruyff, Beckenbauer, donde Messi en 2021 empezó a sacarse la mufa ganando la Copa América de selecciones. Pero también es donde en 1950, ante 200 mil brasileros enardecidos, el “Negro Jefe”, buscó la pelota de adentro del arco, luego del local del local y caminando a casar del medio les iba diciendo a sus compañeros, pálidos por el marco imponente y contrario, “tranquilos, los de afuera son de palo” y Uruguay consumó la más extraordinaria hazaña de la historia del futbol, conocida al día de hoy como “Maracanazo”.
Ya hay hinchas de Central Córdoba vendiendo rifas, acudiendo a prestamistas que luego tienen violentos métodos de cobranza, organizando ferias de platos, bingos clandestinos, estafas piramidales, esquemas Ponzi, secuestros virtuales y todo tipo de estratagemas para recaudar dinero y viajar a Rio de Janeiro. No es momento de juzgar los esquemas recaudatorios ni la forma de financiamiento al que acuden los hinchas para lograr su cometido. Ya habrá tiempo para los escraches en Facebook, en los grupos de ventas, de trueques, por premios no entregados y por compras no realizadas.
El escudo de Central Córdoba estará presente en el Maracaná, tal vez de los 10 estadios más importantes del mundo por historia, capacidad, citas deportivas y mística. Y quien te dice que este deporte maravilloso no te entregue otro “Maracanazo”, que la alegría no sea solo brasilera y que así como que sigue hablando de esa victoria ferroviaria en La Bombonera, de la que pasaron casi 60 años, dentro de 100 años se hable de esa noche de copa en el Maracaná de Rio de Janeiro.