A Milei le llegó el otoño de la incertidumbre
Javier Milei

Por Álvaro José Aurane | Para Info del Estero

En el acto primero de “Ricardo III”, William Shakespeare escribe sobre “el invierno del descontento”. Si las estaciones del año sirven para periodizar climas políticas, bien puede afirmarse que, a los efectos electorales, en su semana de estreno emerge en la Argentina el otoño de la incertidumbre. Todas son incertezas que, por cierto, resultan perfectamente mensurables y cuantificables en datos.

La niebla de la incertidumbre se instaló durante la semana, primeramente, en las praderas de la economía. El jueves, el ministro de Economía, Luis Caputo, dio el tan prometido como demorado anuncio de que se alcanzó un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). El monto: U$S 20.000 millones. El entusiasmo del oficialismo, sin embargo, no provocó euforia en el mercado.

Los bonos argentinos tuvieron una suba testimonial. En Wall Street, los que cotizan en dólares y son la referencia para el cálculo del “riesgo país”, avanzaron ese día tan sólo un 0,65%. Ocurrió todo opuesto con las acciones argentinas. Habían comenzado la jornada en alza, pero pasado el mediodía (es decir, después incluso del anuncio de Caputo) empezaron a caer.

El Merval perdió 1,1% en pesos y 0,6% en dólares. Este es el principal índice bursátil de la Argentina: mide el valor de las acciones más representativas y negociadas en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires. En Nueva York también estuvieron a la baja los ADR (mecanismo que permite empresas argentinas emitir acciones directamente en la Bolsa estadounidense). Los de los bancos argentinos se fueron abajo, en promedio, en un 2,5%.

¿Por qué el anuncio, que para La Libertad Avanza comporta la mejor noticia del primer trimestre, no fue interpretado ni de lejos como cosa semejante por el mercado?

El economista Miguel Palou, de la consultora Pizavil, considera que hay dos grandes razones en torno de esta reacción. La primera es que el anuncio no fue ninguna novedad: sólo restaba saber cuál iba a ser el monto. La segunda es que la modalidad no convence al mercado.

“Los U$S 20.000 millones no llegarán de una vez. Y en el 90% de las experiencias anteriores, el primer desembolso ha rondado entre el 20% y el 50% del monto total del acuerdo. De modo que, en el mejor de los casos, el FMI enviará, en la primera instancia, unos U$S 10.000 millones. O menos. En contraste, el país enfrenta en julio vencimientos de bonos por algo más de U$S 4.100 millones”, sintetizó.

A este escenario se suman coyunturas y traumas recientes. Por un lado, el escenario internacional no es el mejor, a partir de las políticas arancelarias que impulsa Donald Trump en los EEUU. En segundo término, las cuestiones que atañen al oficialismo nacional. Muchos economistas que asesoran a las grandes empresas entienden que el camino del Gobierno es, irremediablemente, el de una devaluación, con un dólar que cotice en una “banda flotante”. Como viene alertándose aquí, la intervención del Estado para mantener estable la cotización es una hemorragia de dólares. Este mes ya se volcaron U$S 1.900 millones. En febrero, otros U$S 1.500 millones.

Ahora bien, la devaluación y la “banda flotante” son el esquema que aplicó la gestión de Mauricio Macri en 2016 para salir del cepo. Esa experiencia funcionó durante los primeros cinco meses. Después, comenzó el desmadre. “Al mercado no le gusta esa reminiscencia -subraya Palou-. Como tampoco el hecho de que no están a la vista los cambios estructurales que prometió el oficialismo. Y, como tercer elemento, este es un año electoral: hay mucho en juego y con final abierto”, resumió.

Esta síntesis, precisamente, conduce a la otoñal incertidumbre electoral que también ha empezado a hacer caer las hojas en los jardines libertarios.

Deshojando margaritas

El mismo jueves en que Caputo no despertaba pasiones en los mercados, el consultor político Jorge Giaccobe (h) anunciaba que en materia electoral también se enfrían algunos apoyos al oficialismo. El analista político puntualizó que la opinión pública se presenta hoy con un escenario de tercios consistentes, sobre la base de las encuestas que viene realizando desde principios de año.

Giacobbe disertó en Tucumán ante un auditorio de políticos y empresarios de la región en el Foro Económico del NOA (FENOA), organizado por la Fundación Federalismo y Libertad. A la hora de presentar el “mosaico” del electorado, comenzó por precisar que el 30% puede considerarse como un sector incondicional al presidente Javier Milei.

Son, dice Giacobbe, “termos” libertarios. Jocosamente, los denomina “los Stanley”. Para ellos, puntualizó, el jefe de Estado es incuestionable: él es su bandera. Son, sobre todo, los menores de 30 años. “Es fácil ser liberal cuando se vive del dinero de los padres”, bromeó. Ese 30%, por supuesto, está lejos de ser mayoría. Pero no es una cifra a subestimar. Le sirvió a Milei para terminar primero en las PASO de 2023 y segundo en las generales, lo cual lo depositó en el balotaje que lo consagró como Presidente de la Nación.

En la vereda de enfrente se encuentran quienes se reconocen como “progresistas”: representan el 45% de los votantes. Tienen, fundamentalmente, entre 31 y 51 años. Para ellos -dice Giacobbe- Milei es “la suma de todos los males”. En esa cifra, 35 puntos porcentuales corresponden a los “termos” kirchneristas (los “Lumilagro”), que harán todo cuanto Cristina diga que deban hacer. “Si les manda a odiar a Sergio Massa, van a hacerlo. Si ella ordena amar a Alberto Fernández, lo aman. Después ella dice que deben despreciar a Alberto, y lo hacen. Y cuando indica votar a Massa, aunque no les gusta, lo votan igual”, describe el consultor. Los que conforman los 10 puntos porcentuales restantes del 45% son de izquierda y, frente al temor que les infundió Milei, votaron a Massa hace dos años.

En medio de uno y otro extremo, queda el 25% del padrón. Son los ex votantes de Juntos por el Cambio, precisa Giacobbe. Y para ellos Milei sólo es “una circunstancia”.

De este 25% depende la suerte de La Libertad Avanza. A ellos apuntará la campaña de la oposición y de los libertarios, pero también la de los aliados de Milei. Por caso, este fin de semana cerraron las listas para las elecciones anticipadas de mayo en que se renovará media Legislatura porteña. Los candidatos del PRO se quejaron incesantemente de que LLA, en lugar de acordar decida enfrentarlos, luego de que los diputados macristas le aseguraron la gobernabilidad a la Casa Rosada.

La receta del FMI no cayó bien en los mercados

Claro que el objeto de la política es el poder, no la gratitud. Así que los despechados pecaron de ingenuidad. Pero lo que también se escucha es que Milei dice una cosa para, luego, proceder de manera contraria. Y ese es el primer rasgo de “la casta”.

Justamente, los cuestionamientos en contra del proceder de Milei no son inocuos. Por el contrario, desgastan la figura del Presidente. A estas alturas de 2024, la imagen positiva de Milei era del 60%, exhibió Giacobbe. Ahora está enclavada en el 50%. No deja de ser una cifra importante. De igual manera, es un guarismo que se contrajo.
Este respaldo a Milei se explica, por un lado, en el resultado económico de su gestión: un dólar estable y barato, y una inflación a la baja. Todavía alta, pero en descenso. Por otro lado, Giacobbe ve en el aval a Milei la decisión del electorado de sostener el voto que concretó en el balotaje de 2023.

Ahora bien: la defensa de ese voto también se sustenta sobre frágiles cimientos. Aunque Milei insistió en la apertura de sesiones del Congreso, el 1 de este mes, con que en un año ha cumplido el 90% de sus promesas, la percepción social, según el estudio de Giacobbe, es otra.

  • El 44.2% considera que cumplió con su promesa de “ordenar la calle”.
  • El 42,2% opina que el compromiso de “achicar el Estado” está confirmado.
  • El 41% da por ejecutado el objetivo de “combatir la inflación”.

Los guarismos caen a la mitad respecto de las “promesas” de “hacer más eficiente el Estado” (sólo el 26,4% asume que cumplió) y “combatir el narcotráfico” (apenas el 22,4%). Y menos del 20% dan por cumplido lo de “reactivar la economía”, “combatir la casta” y “meter presos a los corruptos”.

Dicho de otro modo: entre los que apoyan a Milei son más los que necesitan convencerse de que no se equivocaron en elegirlo Presidente, y por eso lo respaldan aún, que los que están convencidos de que él tiene la razón. Toda la razón. Y nada más que la razón.

Las cifras finales de la disertación de Giacobbe versan sobre un asunto clave, aunque todavía prematuro: la intención de voto. Faltan eternos seis meses hasta los comicios de diputados y senadores de octubre. De modo que la pregunta “¿por quién va a votar?”, que se formula a 30 días de los comicios (cuando los candidatos están definidos y en pleno proselitismo), indaga en estos momentos una expresión de anhelo: “si las elecciones fueran ahora, ¿por qué partido votaría?”.

  • La Libertad Avanza: 41%
  • Kirchnerismo: 21%
  • PRO: 11,6%
  • PJ no kirchnerista: 7,8%
  • Izquierda: 2,3%
  • UCR: 0,4%
  • Ninguno: 2,4%
  • No sabe: 13,5%

Son, hoy, números alentadores para Milei. Pero surgen dos “pero”. El primero, es que en términos electorales comienza a dibujarse una polarización: los votos peronistas suman casi un tercio del electorado. “Y en el 13,5% de los que contestan que ‘no saben’ a quién votar hay mucho voto peronista aún dolido con el gobierno de Alberto, pero que encontrará un motivo para volver a votar en ese espacio”, sostiene Giacobbe. Así que la cuestión tiende a complicarse.

El segundo “pero” es que en la ruleta económica de 2025, el oficialismo apuesta “pleno” al dólar estable y la inflación a la baja. Confía, por un lado, a que la cosecha gruesa de este año superará los U$S 30.000 millones y permitirá acumular reservas en el Banco Central. Se encomienda, por otra parte, al acuerdo con el FMI. Sin embargo, ya se ha visto, este último entusiasmo no es compartido.