
Evaluación de las medidas para levantar el “cepo” sin griterío político
Por Álvaro José Aurane | Para Info del Estero
A Albert Einstein se le atribuye una ironía según la cual un hombre que mira un reloj sabe la hora, mientras que un hombre que consulta dos relojes nunca está seguro.
Mucho de eso rige la escena pública argentina, sobre todo durante este fin de semana de limbo económico y financiero, posterior a las medidas anunciadas el viernes por la Casa Rosada, pero anterior a la apertura de los mercados, lo cual ocurrirá mañana. Acaso con una salvedad: en el caso de la humorada de Einstein, el hombre que consultaba dos relojes dudaba por un margen de error de segundos. En la Argentina, en cambio, las disonancias son el día y la noche. El gobierno de Javier Milei dice que estamos en el mejor de los mundos posibles, mientras que sus adversarios piden dejar de esperar el fin del mundo, porque aseguran que finalmente ha llegado.
La tarea entonces es tratar, en medio de tanto maniqueísmo, pensar por fuera de esa bipolaridad para tratar de analizar el nuevo esquema se estrenará mañana: cuáles son las ventajas que promete, los riesgos que entraña y qué podemos esperar los argentinos en un lapso de tiempo cercano.
¿En qué consisten las medidas?
En lo que hace al común de los argentinos, terminó el “cepo”. Desde mañana, las personas podrán comprar dólares en los bancos. El Banco Central establecerá una banda de flotación del dólar entre los 1.000 y 1.400 pesos. Si cae el precio por debajo de ese piso, el BCRA comprará dólares para sostener el precio. Si el precio de la divisa sobrepasa el techo, el BCRA venderá dólares para bajarlo.
Una de las claves de esta medida es que ahora la adquisición de dólares es puramente entre terceros. Entre privados que venden y privados que compran. El Banco Central puede adquirir divisas cuando lo crea conveniente. Pero sólo intervendrá de modo obligado cuando haya que mantener las cotizaciones por arriba de la banda mínima y por debajo de la máxima.
También desaparece el “dólar campo”. Consistió en que los exportadores debían liquidar el 80% de sus divisas al valor del dólar oficial (1.097 pesos cerró el viernes) y el resto en los dólares financieros (el Contado con Liquidación cerró en 1328 pesos). El resultado: les quedaba un “dólar blend” de unos 1.135 pesos. Ahora, liquidarán directamente en el Mercado Único y Libre de Cambio (MULC).

Establecidas las medidas principales, surgen los interrogantes.
- ¿Estas medidas representan una nueva devaluación?
La oposición denuncia que el gobierno libertario, que concretó una devaluación del 118% en diciembre de 2023, ahora concreta una segunda depreciación del peso. La ex presidenta Cristina Kirchner ha dicho que la devaluación, ahora, es de “casi el 30%”, porque se pasa del dólar oficial del viernes, a 1.097 pesos, a una banda de flotación donde el tope puede ser de 1.400 pesos.
De nuevo, la cuestión es ponerse por encima de los discursos políticos. Porque de empantanarse en ellos sólo quedará un ejercicio de contar contradicciones. Las de la oposición, que un mes cuestiona que el dólar “está atrasado” en su cotización, y por eso es más barato vacacionar fuera del país, y al siguiente denuncia que la moneda nacional se deprecia. Y las del oficialismo, que decía que impulsar una baja en la cotización del peso era de “empobrecedores” que odiaban a los argentinos.
Desde lo estrictamente técnico, la pregunta de si estamos frente a otra devaluación admite dos perspectivas, con sendas respuestas. Por un lado, desde el punto de vista teórico, no es una devaluación. Y no lo es porque se establecerán las bandas de flotación “libre” ya explicadas.
Por otra parte, desde el plano de la praxis, puede que sí se trate de una devaluación. La cuestión sería la siguiente: mañana, ¿el dólar oficial va a estar al mismo precio, es decir, a 1.097 pesos? Probablemente no. Por caso, el “dólar MEP” (al que accede la clase media operando desde su “home banking”) ya había cerrado el viernes a 1.333 pesos. Y el “dólar cripto”, al mediodía de ayer, estaba a 1.337 pesos. Ahí hay, entonces, un buen pronosticador de lo que puede ocurrir.
De la misma manera, son ya incontables las columnas en las que hemos advertido que el Banco Central ha estado sufriendo una hemorragia de dólares para tratar de mantener la cotización del dólar estable: 1.500 millones de dólares en febrero y 1.800 millones de dólares en marzo. Es decir, el dólar tendía a encarecer su cotización y el Gobierno intervenía vendiendo reservas para que el precio de la divisa estadounidense no se escapara. Léase, había una estabilidad ficticia. Y costosa.
De modo que ya sin intervención del Estado, es ciertamente esperable que haya un dólar “más caro” desde mañana. Y eso es, al final de cuentas, una devaluación “de hecho”.
Ahora bien, lo que también es dable suponer es que si los exportadores no estaban liquidando dólares antes, porque les terminaban pagando 1.135 pesos por dólar, ahora que desaparece el “dólar campo” ellos si van a concurrir al mercado para vender divisas. Es decir, habrá más dólares en el MULC. Complementariamente, es poco probable que los importadores, que estaban comprando dólares por debajo de los 1.100 pesos, vayan a comprar mañana a 1.400 pesos. Dadas esas posiciones de “mínima” y de “máxima” hay que esperar a ver en cuánto se ubica la cotización.
- ¿Cómo impactará esto en los bolsillos de los argentinos de a pie?
Los economistas tucumanos Miguel Palou y Pablo Pero coinciden en cuáles son las consecuencias que se verán en breve. “Va a haber un ‘saltito inflacionario’ en el corto plazo. Si los salarios venían ganando algún poder adquisitivo en el primer trimestre, en el siguiente van a perderlo”, manifestó ayer en una charla de “streaming” organizada por la consultora “Pizavil”.
“Lo que vienen son precios para arriba y salarios para abajo”, sintetiza Palou. Con un elemento adicional poco alentador. Puntualiza que las industrias van a ver encarecerse sus costos de producción por la suba de los insumos, sin posibilidad de trasladar esto a los precios al consumidor, porque los clientes dejarían de consumir sus productos. De modo que para muchas, el único camino posible será abaratar costos de personal. Así que él no descarta una suba del desempleo.
Ambos economistas disienten respecto del inflación en el mediano plazo. Según Pero, la pauta anual para 2025 se mantendrá en torno del 25% final. Palou, en cambio, la ubica cerca del 60% anualizado.
- ¿El Gobierno se había quedado sin dólares?
En rigor, este Gobierno nunca tuvo dólares. Siempre tuvo “reservas negativas” en el BCRA, porque así lo heredó en diciembre de 2023. Hoy, el saldo negativo ronda los – 8.000 millones de dólares.
A la vez, cómo ya se repitió, venía perdiendo millones de dólares rueda tras rueda, porque los exportadores no liquidaban sus tenencias, ya que les pagaban 1.135 pesos por cada dólar, mientras que los importadores compraban cada vez más, porque lo adquirían a 1.097 pesos (“dólar oficial”).
Eso sí: lo del viernes trasciende esa dinámica. De repente, la demanda de dólares se disparó y en un solo día el BCRA perdió 400 millones de dólares. Tal cosa sólo puede ser obra de la más recóndita casualidad, de la clarividencia de un arcano adivino, o del más ilegal tráfico de información privilegiada respecto de que había que comprar ese día porque el lunes estaría más caro. Esta situación debe ser investigada y clarificada en la tierra del escándalo de la criptomoneda “$Libra”.
En todo caso, ilustra Palou, “el Gobierno más bien se quedó sin nafta”. El esquema de intervenir con reservas del Banco Central para mantener estable la cotización ficticia del dólar se tornó insostenible. Y la necesidad del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional devino urgente.
Eso sí: el FMI accedió a entregar a la Argentina un préstamo de US$ 20.000 millones en un programa de cuatro años para destinar ese dinero, en buena medida, a recapitalizar el Banco Central. Léase, no para intervenir en la cotización del dólar, y subsidiar una cotización “barata” que beneficia a unos pocos. Entonces, las “bandas de flotación libre” son una medida ejecutada por Milei y su ministro de Economía, Luis Caputo, pero reclamada por el organismo multilateral de crédito.
- ¿A partir del lunes seremos menos caros y más competitivos?
Las respuestas de los especialistas no son idénticas, aunque sí complementarias. Pablo Pero sostiene que, indudablemente, si pasamos de un dólar oficial menor a 1.100 pesos a un dólar de flotación cercano a los 1.300 pesos, esa depreciación hace menos “cara” a la Argentina. Léase, por cada dólar que se invierta desde el extranjero, el lunes se conseguirán más pesos que los que se obtenían el viernes. Por consiguiente, los productos argentinos serán más competitivos, porque con un dólar se podrán comprar mañana más productos de fabricación nacional que los que se adquirían el viernes.
Miguel Palou suma un bemol: cuando en el gobierno de Cambiemos, Mauricio Macri levantó el “cepo”, las “bandas de flotación libre” del dólar anunciadas por el entonces titular del BCRA, Guido Sandleris, fueron establecidas en límites que, a precios de hoy, equivaldrían a 1.500 pesos de mínima y 2.280 pesos de máxima. Es decir, el “piso” de ayer era más alto que el “techo” de mañana. O sea, no hay tanto “abaratamiento” ni, por consiguiente, se obtendrá tanta “competitividad”.
- Una de cal y otra de arena
“En el mediano plazo, siempre será mejor no tener cepo”, sostiene Palou. “Coincido con el titular del Banco Central, Santiago Bausili, respecto de que el ‘cepo’ no evita la salida de dólares del país, pero sí impide la llegada de dólares a través de inversiones. Eso sí: lo que él todavía no explica es por qué, siendo así, mantuvieron el ‘cepo’ durante casi un año y medio”, interpeló.
El economista advierte que, ahora, las tasas de interés que fija el BCRA vuelven a convertirse en una herramienta convencional de política monetaria. Esto se debe a que hay que tornarlas atractivas a fin de que los argentinos mantengan sus posiciones en pesos, en lugar de dolarizarlas.
“El riesgo es lo que ya vimos con el Gobierno de Macri cuando levantaron el ‘cepo’. Si el Gobierno pone tasas de interés atractivas en pesos, puede pasar que grandes capitales extranjeros vengan al país, coloquen inversiones en pesos, ganen una diferencia importante, y luego la dolaricen y la retiren. Espero que hayan tomado nota de eso, para que no vuelva a ocurrir”, advierte.
Por esto mismo, Palou sostiene que el esquema de “bandas de libre flotación” es meramente transicional: el camino hacia otro esquema. Acaso, la dolarización endógena con la que sueñan los asesores del Gobierno nacional, camino que ya ha transitado El Salvador. Pero sea ese u otro destino, el esquema que se aplicará mañana no puede ser de largo plazo, asevera el especialista.
¿Cómo impacta el último dato de la inflación en este contexto?
El Indec dio a conocer el viernes pasado que el índice inflacionario de la Argentina alcanzó, solamente en marzo, un 3,7%. Fue otro mes de este indicador en aumento, con una fuerte disrupción respecto de los anteriores. Se habían anotado 2,2% en enero y 2,4% en febrero.
Para un Gobierno que en la ruleta política viene apostando buena parte de sus fichas a un proceso desinflacionario, el dato es calamitoso.
Justamente, la inflación es una de las variables macroeconómicos que hay que seguir de cerca en su evolución para diagnosticar la “salud” del programa económico del Gobierno. Para ese análisis de laboratorio, Palou recomienda tener en cuenta también las tasas de interés, la base monetaria, el riesgo país, el crédito interno, el crecimiento de la economía y los salarios reales.
Con esos indicadores, un argentino sí puede tener una noción bastante completa acerca de la situación real de la economía y de las finanzas del país, sin importar cuántas voces políticas se alcen, exaltadas, para alabar o cuestionar las medidas de un gobierno.