
Mientras desde el Gobierno nacional se celebran indicadores que anuncian una baja en los niveles oficiales de pobreza, el termómetro real del consumo diario sigue marcando una temperatura preocupante. Según el relevamiento del Índice Barrial de Precios (IBP) correspondiente a marzo, los precios de los alimentos básicos continúan su escalada, golpeando con mayor fuerza a los productos más nutritivos y esenciales para una alimentación saludable.
Un análisis de la evolución de la Canasta Básica de Alimentos (CBA), realizado en 155 comercios de Santiago del Estero y La Banda, muestra que los productos que más aumentaron en lo que va del año son frutas y verduras (18,82%), carnes (17,86%) y lácteos (por encima del promedio general). En cambio, alimentos como pan, arroz, azúcar y fiambres mantuvieron precios estables o incluso presentaron bajas, lo que configura un cambio peligroso en la calidad nutricional de las dietas familiares.
A pesar de una desaceleración general en la inflación, el encarecimiento de los alimentos clave explica la caída en el consumo de carnes y lácteos. Por ejemplo, la leche subió 6,67%, el queso fresco 14,94% y los huevos, esenciales en la mesa diaria, treparon un 37,5%. En frutas y verduras, las cifras son aún más contundentes: la lechuga aumentó un 50%, el tomate y la cebolla 33,33% y la papa 8,33%.
Los datos del IBP también revelan que una selección de 21 alimentos de consumo cotidiano duplicaron los aumentos promedio de la CBA: mientras el conjunto de 57 productos que la integran creció 6,7% en el trimestre, estos 21 alimentos subieron un 14,2% en promedio.
Los números detrás del changuito
Durante marzo, la Canasta Básica Total (CBT) —que incluye alimentos, transporte, salud, educación, energía y otros servicios— tuvo un costo de $966.764, con una suba mensual del 5,14% y un alza acumulada del 12,54% en el primer trimestre. En términos interanuales, esto representa un incremento del 55,27% respecto a marzo de 2024, cuando una familia tipo necesitaba $622.596 para no caer bajo la línea de pobreza.
En cuanto a la Canasta Básica de Alimentos (CBA), el costo para una familia tipo alcanzó los $424.019, también con un aumento mensual del 5,14% y un incremento interanual del 45,74%. Esto significa que para cubrir solamente los alimentos esenciales y evitar la indigencia, una familia necesitó $132.822 más que el año pasado.
Remuneraciones por detrás de los precios
La evolución del poder adquisitivo demuestra que los ingresos no acompañan estas subas. La jubilación mínima pasó de $329.597 en diciembre de 2024 a $349.097 en marzo de 2025, lo que representa un aumento del 5,92% frente a una inflación del 12,54% en el mismo período. Similar panorama para el Salario Mínimo Vital y Móvil, que subió apenas 6,11% en el trimestre, y la Asignación Universal por Hijo, con un incremento del 7,5%.
El informe pone en evidencia una contradicción de fondo: aunque las estadísticas oficiales puedan mostrar una baja en la pobreza medida por ingresos, la calidad del consumo de alimentos se deteriora aceleradamente. Los productos más caros son también los más nutritivos, mientras que los más baratos tienden a ser hipercalóricos y de bajo valor nutricional.
Medir la pobreza sin tener en cuenta qué comen las familias puede llevar a conclusiones erróneas. Como concluye el relevamiento del IBP, “la pobreza no se reduce si el changuito se llena menos y peor”.