
La noticia del fallecimiento del papa Francisco conmovió al mundo entero. A sus 88 años, el primer pontífice latinoamericano murió el lunes 21 de abril a las 7:35 (hora de Italia) en su residencia de la Domus Santa Marta, en el Vaticano. Según el parte médico oficial firmado por el doctor Andrea Arcangeli, director de Sanidad e Higiene del Estado de la Ciudad del Vaticano, la causa fue una apoplejía cerebral (ictus) acompañada de un colapso cardiovascular irreversible, en el contexto de un coma profundo.
La muerte fue certificada por registro electrocardioanatómico, el método que permite constatar el cese total de la actividad cardíaca. El informe también reveló que el papa padecía enfermedades crónicas severas, entre ellas hipertensión arterial, diabetes tipo II, bronquiectasias múltiples y un antecedente de insuficiencia respiratoria aguda producto de una neumonía multimicrobiana bilateral.
¿Qué es una apoplejía cerebral?
La apoplejía cerebral, también conocida como ictus o ACV (Accidente Cerebrovascular), se produce cuando se interrumpe el flujo sanguíneo hacia una parte del cerebro. Esto puede deberse a una obstrucción (ictus isquémico) o a una hemorragia cerebral (ictus hemorrágico). La interrupción del flujo provoca la muerte de células cerebrales, lo que puede generar desde secuelas leves hasta la muerte.
“El término apoplejía se usaba más antes; hoy es más común hablar de ACV. Las causas más frecuentes son la hipertensión y la diabetes, ambas presentes en el cuadro clínico del papa”, explicó el doctor Pedro Lylyk, presidente de la Fundación Argentina Contra el Ataque Cerebral.
El riesgo oculto: infartos cerebrales silenciosos
Especialistas argentinos advierten que el evento que causó la muerte del pontífice podría haber estado precedido por lo que se conoce como infartos cerebrales silenciosos, pequeñas lesiones neurológicas que no presentan síntomas visibles, pero que acumulan daño en el cerebro.
“El deterioro cerebral silencioso es frecuente en adultos mayores con enfermedades crónicas. Son infartos de pequeño calibre que no se detectan clínicamente y pueden derivar en apoplejías masivas como la que figura en la parte médica del Papa”, indicó el doctor Fernando Knezevich, neurocirujano y expresidente de la Asociación Argentina de Neurocirugía.
Estas lesiones suelen afectar zonas profundas del cerebro vinculadas a funciones como la memoria, el equilibrio y la atención, y al no dar señales evidentes, pasan desapercibidas hasta que se produce un episodio irreversible.
¿Sufrió el papa Francisco?
Consultado sobre este punto, el doctor Lylyk fue categórico: “Por la forma masiva en que se presentó el cuadro y el ingreso inmediato en coma, es muy poco probable que haya habido sufrimiento consciente”.
La muerte de Francisco fue tan discreta como su estilo de vida: rápida, sin dolor aparente, en su residencia y acompañado por las personas de su círculo íntimo. Su partida deja un vacío inmenso en el corazón de millones de fieles, pero también pone el foco sobre una de las principales causas de muerte en el mundo, que muchas veces avanza en silencio hasta que es demasiado tarde.