En Bangladesh, el 90% de la población es musulmana; sin embargo, sus banderas flamean a media asta en símbolo del luto por la muerte del Papa Francisco. El país asiático fue muy nombrado en 2022 durante el Mundial de Qatar, debido al aliento de su pueblo a la Selección Argentina.
Vale recordar que eran comunes las imágenes de grandes y chicos que se apostaban en lugares comunes para seguir cada partido de la “scaloneta” por pantalla gigante y celebrar cada gol de la albiceleste. Cuando el equipo capitaneado por Lionel Messi se coronó, las calles de Bangladesh fueron pura fiesta.
Sin embargo, el fallecimiento del Jorge Mario Bergoglio va más allá de la simpatía que el deporte pueda generar. Su pontificado estuvo marcado por la austeridad y una fuerte impronta de la unión no solo entre las naciones, sino también entre los profesantes de diversas religiones.
En 2017, Francisco viajó a Bangladesh en el marco de su gira por los países asiáticos. Independientemente de que su población católica fuera minoritaria, el obispo de Roma fue recibido con honores por el presidente Abdul Hamid.
Uno de los momentos emblemáticos de esa visita fue cuando el pontífice se subió a un rickshaw, uno de los populares triciclos que sirven de taxi habitual en Bangladesh, para recorrer los 100 metros que separaban el arzobispado del palco donde celebrará un acto interreligioso, durante su segundo día de visita a ese país. Lo mismo había hecho el papa Juan Pablo II en 1986.
Sin embargo, durante su estadía también mantuvo un emotivo encuentro con refugiados rohingyas, un grupo étnico musulmán originario de Myanmar (ex Birmania) que fue víctima de violentas persecuciones y se vio obligado a escapar hacia Bangladesh. “La presencia de Dios, hoy, también se llama Rohingya”, les dijo a 16 refugiados y les pidió perdón “por la indiferencia mundial”.
