
Tras el funeral de Papa Francisco, la Iglesia Católica inicia el proceso de selección de su nuevo líder. El cónclave, que reunirá a 135 cardenales de todo el mundo, determinará el futuro de la Iglesia en un contexto de grandes desafíos.
El proceso para elegir al nuevo Papa se llevará a cabo en la Capilla Sixtina del Vaticano. La normativa establece que el cónclave no puede celebrarse hasta después de los Novediales, que comenzaron el 26 de abril con el entierro de Francisco y finalizarán el 4 de mayo. La fecha límite para iniciar el cónclave es el 10 de mayo, y el cardenal Kevin Farrell, camarlengo del Vaticano, confirmó que comenzará oficialmente el 5 de mayo.
¿Quiénes votarán?
El Colegio Cardenalicio, compuesto por cardenales menores de 80 años al momento de la sede vacante, es el encargado de elegir al nuevo Papa. En este cónclave, 135 cardenales provenientes de 71 países tienen derecho a voto.
El cónclave se realiza en la Capilla Sixtina, donde los cardenales son recluidos y mantienen comunicación solo entre ellos. El proceso de votación es secreto y se realiza en rondas diarias. Para que un cardenal sea elegido Papa, necesita obtener una mayoría de dos tercios de los votos. En caso de que no se logre una elección, el proceso continúa con nuevas votaciones. El esperado “fumata” será la señal para el mundo: humo blanco indicará que el nuevo Papa ha sido elegido, y humo negro, que no se ha alcanzado la mayoría.
Una vez que el nuevo Papa es elegido, acepta su designación y elige su nombre pontificio, para luego presentarse al público con el tradicional anuncio “Habemus Papam” desde el balcón de la Basílica de San Pedro.
El clima antes del cónclave
Previo al inicio del cónclave, los cardenales se reúnen en las “congregaciones generales”, donde se discuten los retos que enfrenta la Iglesia y el perfil del futuro Papa. En estos días, se observa una mezcla de responsabilidad y esperanza en los cardenales, quienes se sienten conscientes de la trascendencia de su tarea. Existe un consenso sobre la necesidad de un “unificador” que guíe a la Iglesia en un contexto de diversas sensibilidades internas.
La mirada del mundo está puesta en el Vaticano, mientras el proceso histórico del cónclave avanza hacia la elección del próximo líder espiritual de millones de católicos en todo el mundo.