
La fumata blanca es uno de los símbolos más reconocidos en todo el mundo cuando se trata de la elección de un nuevo papa. Este tradicional signo visual marca el momento exacto en que los cardenales reunidos en el cónclave han llegado a un acuerdo y han elegido al nuevo líder de la Iglesia Católica. Con el cónclave para designar al sucesor del papa Francisco programado para el 7 de mayo, crece la expectativa global por este histórico acontecimiento que involucra a más de 1.300 millones de fieles.
¿Qué es la fumata blanca?
La fumata blanca es el humo blanco que sale por la chimenea de la Capilla Sixtina, en el Vaticano, y anuncia al mundo que un nuevo pontífice ha sido elegido. Este humo se genera al quemar las papeletas de votación junto a compuestos químicos especiales que aseguran el color blanco del humo, una señal inequívoca para los fieles que esperan en la plaza San Pedro y en todo el mundo.
¿Qué diferencia hay con la fumata negra?
Cuando los cardenales aún no logran un consenso, el humo que se eleva es de color negro. Esto indica que el cónclave continúa y que aún no hay una decisión final. El contraste entre fumata blanca y fumata negra es clave para seguir el proceso de votación papal, que puede durar varios días y requerir múltiples rondas.
Cómo se genera el humo: la ciencia detrás del ritual
Para garantizar la claridad del mensaje visual, el Vaticano utiliza compuestos específicos en la estufa donde se queman los votos.
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Para generar fumata blanca, se utiliza una mezcla de perclorato de potasio, lactosa y colofonia.
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Para la fumata negra, se emplean perclorato de potasio, antraceno y azufre.
Estos componentes aseguran que los fieles puedan distinguir fácilmente si ya hay un nuevo papa o si el proceso de votación sigue en curso.
¿Cuándo se confirma oficialmente la elección del papa?
La elección se confirma visualmente con la fumata blanca y auditivamente con el repique de las campanas de la Basílica de San Pedro. Minutos después, el protodiácono del Colegio de Cardenales, actualmente Dominique Mamberti, se asoma al balcón central de la basílica y pronuncia la frase tradicional en latín: “Habemus papam”, que significa “tenemos papa”.
A continuación, anuncia el nombre del cardenal electo y el nuevo nombre que ha elegido para su pontificado.
¿Por qué el nuevo papa cambia su nombre?
La tradición de adoptar un nuevo nombre comenzó en el siglo VI, cuando el papa Juan II decidió cambiar su nombre original para no ser confundido con un hereje. Desde entonces, esta práctica se ha convertido en una costumbre simbólica que representa el inicio de una nueva vida espiritual como líder de la Iglesia Católica.
El cambio de nombre también se inspira en pasajes bíblicos, como cuando Jesús renombró a Simón como Pedro, el primer papa. De hecho, ningún pontífice ha adoptado el nombre Pedro desde entonces, en señal de respeto al apóstol.
Datos curiosos sobre los nombres papales
A lo largo de la historia, algunos nombres han sido elegidos con frecuencia:
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Juan, en 23 ocasiones.
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Gregorio y Benedicto, 16 veces cada uno.
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Clemente, 14 veces.
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Inocencio y León, 13 veces.
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Pío, 12 veces.
Con el cónclave de mayo en puerta, el mundo católico espera con atención la señal definitiva que marcará un nuevo capítulo en la historia del papado: la esperada fumata blanca.