Cuenta regresiva para la elección del nuevo Papa: el Vaticano blindó la Capilla Sixtina para el cónclave con la última tecnología
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Desde el siglo XIII, el Cónclave se rige por una regla esencial: el secreto absoluto en las deliberaciones entre cardenales. Durante siglos, ese principio se protegió con muros, juramentos solemnes y vigilancia directa. Sin embargo, en el siglo XXI, el verdadero riesgo no entra caminando: se infiltra en forma de señales invisibles, cámaras diminutas o dispositivos de espionaje remoto.

Ante esta nueva realidad, el Vaticano ha comenzado a modernizar sus medidas de seguridad. Ya no alcanza con cerrar puertas y sellar ventanas; ahora, es necesario blindarse contra la tecnología. El espionaje actual es silencioso y digital, lo que ha obligado a revisar los protocolos históricos sin alterar la esencia del rito, pero sí reforzando todo su entorno.

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En este contexto, la Santa Sede incorporó un nuevo principio: el “apagón digital total”. Se trata de bloquear cualquier forma de conexión, transmisión o fuga de información, recreando el aislamiento absoluto, pero con herramientas del presente. Así, la Iglesia más antigua de Occidente reconoce que, hoy, proteger la confidencialidad del Cónclave implica también defenderse en el plano tecnológico.

La discreción humana ya no es suficiente. Se requiere un entorno sellado frente a cualquier intrusión digital. El Vaticano lo sabe: garantizar la santidad del Cónclave exige medidas propias de una operación de inteligencia más que de una simple asamblea eclesiástica.

Sin señales, sin dispositivos, sin margen de fuga

La preparación para el próximo Cónclave ha incluido un despliegue tecnológico sin precedentes en el Vaticano, en especial dentro de la Capilla Sixtina. Según detalló Corriere Della Sera, técnicos especializados trabajaron arduamente para convertir el histórico recinto en una zona hermética desde el punto de vista informático.

Entre las principales medidas se encuentran:

  • Bloqueadores de frecuencia (Jammer): dispositivos instalados estratégicamente para anular toda posibilidad de conexión inalámbrica. Impiden que los celulares o cualquier aparato con tecnología Bluetooth, WiFi o red móvil puedan emitir o recibir señales dentro del recinto.
  • Películas protectoras anti-drone y anti-láser espía: aplicadas sobre los ventanales de la Capilla Sixtina, estas láminas bloquean posibles intentos de captar imágenes o sonidos desde el exterior mediante drones espía o dispositivos ópticos de largo alcance.
  • Bonificaciones ambientales y barridos contra micrófonos ocultos: expertos en contramedidas electrónicas revisaron el lugar para descartar la presencia de dispositivos de escucha ocultos. Estas inspecciones se realizaron tanto antes como durante la fase previa al cónclave.
  • Retiro obligatorio de dispositivos electrónicos: antes de ingresar, a cada cardenal elector se le retirarán los celulares, laptops, relojes inteligentes, iPads y cualquier otro dispositivo con capacidad de conexión. La única comunicación posible será verbal y presencial.
  • Aislamiento físico de la red informática: el sistema informático usado para coordinar servicios internos estará completamente desconectado de Internet. Además, los servidores fueron reubicados en zonas seguras como la Biblioteca Apostólica Vaticana.
  • Red de radio encriptada: ante cualquier operación de emergencia o evento de alto riesgo, la Gendarmería Vaticana habilitó canales de comunicación internos, protegidos por un nuevo sistema de cifrado militar, exclusivo para personal autorizado.

La ciberdefensa de Dios: alianzas globales para proteger el Vaticano

Frente a la exposición creciente, la Santa Sede se vio obligada a salir en busca de aliados. En un hecho inédito, recurrió a empresas privadas extranjeras y a la colaboración estatal internacional para construir su nueva infraestructura de ciberseguridad.

Entre las compañías contratadas figuran Cip, una firma británica especializada en protocolos cifrados y defensa digital para organismos gubernamentales. Y Radure, una empresa israelí reconocida por su experiencia en tecnologías de defensa activa y vigilancia segura.

Además, la Agenzia per la Cybersicurezza Nazionale (ACN) de Italia fue incorporada como socio estratégico. Este organismo coordina el intercambio de información crítica y garantiza una respuesta rápida en caso de ciberataques o filtraciones durante el Cónclave.

La estrategia incluye sistemas de detección de intrusos, monitoreo continuo, análisis de tráfico en tiempo real y simulaciones de escenarios de crisis. El Vaticano ha optado, por primera vez, por una arquitectura híbrida: infraestructura interna aislada y soporte externo constante.

Ciberataques al corazón de la Iglesia

Los avances tecnológicos del Vaticano no son una precaución abstracta, sino una reacción concreta a eventos recientes. En 2022 y 2024, el sitio oficial Vatican.va sufrió ataques cibernéticos altamente coordinados. Ambos ocurrieron en momentos de gran tensión geopolítica: el primero tras fuertes declaraciones del Papa Francisco contra la invasión rusa en Ucrania, y el segundo durante la visita de Olena Zelenska, primera dama de ese país.

Por su parte, el diario Il Tempo informó que los hackers llegaron a interrumpir el acceso al portal y alterar servicios internos, dejando mensajes que vincularon explícitamente sus acciones con represalias contra las posturas del pontífice. Diversas pistas, incluyendo patrones técnicos y tiempos de ejecución, apuntaron a un posible origen ruso. Aunque no se presentó evidencia concluyente, el mensaje fue claro: la Santa Sede es un blanco de interés geopolítico.

Este escenario encendió las alarmas. Un análisis realizado en 2024 reveló que más del 90% de los sitios web del Vaticano carecían de protocolo HTTPS, lo que los hacía vulnerables a interceptaciones y manipulación de datos. La situación obligó al Vaticano a tomar medidas drásticas.

Fuente: Infobae