
El humo blanco ya se disipó sobre la Plaza San Pedro, y con él llegó el nombre que marcará el rumbo de la Iglesia católica en los próximos años. El cardenal Robert Francis Prevost, estadounidense de nacimiento y latinoamericano por vocación pastoral, fue elegido como el nuevo Papa por el cónclave reunido en el Vaticano y ya ha comenzado a escribir un nuevo capítulo en la historia del catolicismo.

El anuncio fue hecho desde el balcón central de la Basílica de San Pedro por el cardenal Dominique Mamberti, quien pronunció las palabras rituales: “Annuntio vobis gaudium magnum: Habemus Papam”. Con voz solemne, reveló el nombre del nuevo pontífice, que eligió llamarse Francisco II, en clara señal de continuidad con el papa argentino fallecido.
De misionero en Perú a prefecto en Roma
Prevost, de 69 años, fue ordenado sacerdote en 1982 y comenzó su camino eclesiástico como misionero en Perú, en la empobrecida diócesis de Chulucanas. Allí construyó comunidades de base y defendió los derechos humanos en una época compleja de la historia peruana. Esa experiencia dejó una huella indeleble en su mirada pastoral, centrada en los más vulnerables y alejada del poder clerical tradicional.
En 2023, el papa Francisco lo designó prefecto del Dicasterio para los Obispos, el organismo vaticano que interviene en la selección de obispos de todo el mundo. Ese cargo estratégico lo convirtió en una figura influyente en la Curia romana, y su cercanía con el pontífice saliente lo posicionó como un candidato fuerte para sucederlo.
Perfil pastoral y gobierno silencioso
El nuevo Papa es reconocido por su estilo sobrio, su perfil bajo y una visión institucional que equilibra tradición y reforma. Si bien no es una figura mediática, su capacidad de gestión y su formación doctrinal le valieron el respeto de sectores diversos dentro del Colegio Cardenalicio.
Durante su ministerio en Perú, sin embargo, no estuvo exento de controversias. Algunas denuncias mediáticas lo vincularon con supuestos encubrimientos en casos de abuso dentro de su diócesis, aunque nunca se le imputaron cargos formales. Este punto fue observado con atención en el cónclave, en un contexto donde la Iglesia busca sostener una política de “tolerancia cero” frente a los abusos.
Un Papa de continuidad con sello propio
Con fluidez en español y una sensibilidad notable hacia América Latina, Prevost representa una opción de continuidad con el legado de Francisco, pero con una impronta más institucional. Su elección es interpretada como un gesto de equilibrio en una Iglesia global atravesada por tensiones geográficas, ideológicas y culturales.
En tiempos de secularización, polarización interna y pérdida de vocaciones, el nuevo Papa enfrenta el desafío de mantener viva la reforma, consolidar espacios de inclusión y recuperar la confianza de los fieles en todo el mundo.
Desde hoy, el mundo católico comienza a mirar hacia Francisco II, el primer Papa estadounidense de la historia, que llega al trono de Pedro con los pies en el Sur y la mirada puesta en la unidad de la Iglesia universal.