Este 8 de mayo se celebra el Día de la Virgen de Luján, Patrona de la Argentina

Es jueves 8 de mayo se celebra el Día de la Virgen de Luján, patrona de la República Argentina, una devoción que nació en 1630 a orillas del río Luján donde ocurrió un prodigioso suceso que obligó a dejar una pequeña imagen de la Madre de Dios en ese lugar.

Allí se levantó una capilla que con el tiempo se convirtió en el monumental santuario actual, visitado todo el año por centenares de miles de peregrinos.

Entre sus visitantes se cuentan los que luego fueron los papas Pío IX y Pío XII y el actual Juan Pablo II. Numerosos próceres pidieron la protección de la “Virgencita Gaucha” y otros depositaron a sus pies los trofeos conquistados en las batallas de la independencia nacional.

León XIII decretó la coronación pontificia de la imagen, la que se llevó a cabo el 8 de mayo de 1887. El 8 de mayo de 1944, el Poder Ejecutivo de la Nación declaró además, a la Virgen de Luján, Patrona de las Rutas Nacionales.

 

Su historia

Proveniente de Brasil, en 1630 arribó un barco con dos imágenes de la Virgen al puerto de Santa María de los Buenos Aires. Fue a pedido de Faría de Sá que quería rendirle culto a la Madre en la capilla que estaba construyendo en su estancia en Sumampa, provincia argentina de Santiago del Estero.

La carga destinada a aquel marino debió superar varios inconvenientes en el puerto. Finalmente, el amigo de Faría de Sá, Andrea Juan, buscó una tropa de carretas y partió hacia el norte argentino. Fue durante la primera quincena de mayo de 1630.

La primera noche, la caravana paró en lo que hoy se conoce como Paso Morales del Partido de Hurlingham. El atardecer del segundo día, el convoy se detuvo en la estancia de Rosendo, ubicada frente al río Luján. Allí ya estaba el Negro Manuel, a quien Andrea Juan había comprado en Brasil.

La noche fue tranquila. El problema se presentó cuando los hombres quisieron proseguir la marcha hacia Sumampa. No podían mover ni un paso los bueyes. Así, se dispusieron a repasar la carga que llevaban. El conductor individualizó los dos cajones con la imagen de la Virgen.

Fue entonces cuando el Negro Manuel, conmovido, pidió que retiren del carretón a una de las cajas. Pero fue en vano, porque los bueyes no podían avanzar. Volvió a intervenir el Negro Manuel sugiriendo que se cambien los cajones de madera. Así lo hicieron, subieron el cajón y bajaron el otro. Ahora sí: sin necesitar estímulo alguno, los animales tiraron del carretón sin dificultad.

Volvió a intervenir Manuel haciendo saber que la imagen de la Virgen guardada en ese cajón debía quedarse allí. Abrieron esa caja y se encontraron con una bella imagen de la María Santísima en su advocación de la Purísima Concepción.

Los traperos y el personal de la estancia de Rosendo se quedaron perplejos y fascinados ante lo que consideraban el milagro de la carreta.

Todos veneraron la imagen de María. Todos la cubrieron de besos. Todos lloraron de emoción porque era incomprensible aquel suceso. Y todos coincidieron en dejar aquella Santa Imagen en esa estancia de Luján porque la Virgen María había elegido aquella tierra para quedarse.

Fue entonces cuando el Negro Manuel prometió con su corazón no separarse jamás de la Virgen.

La caravana partió hacia el norte con el otro cajón. Por donde pasaban, relataban lo que habían vivido.

Así, entonces, vecinos y viajantes comenzaron a visitar el lugar y Manuel les contaba lo sucedido. Los fieles comenzaron a venerar a la Virgen Santísima en aquella imagen y Ella les hacía notar su presencia.

Debido a la cantidad de feligreses que se acercaban, se levantó una pequeña capilla que el propio Negro Manuel cuidaba.

Con el tiempo, una vecina llamada Ana de Mattos, logró que le autoricen reubicar a la Virgen en una nueva capilla.

Para poder trasladarla hubo que arreglar también que Manuel fuera con Ella ya que todos lo conocían y sabían que él “era de la Virgen, no más”.

Ya en su nueva capilla, doña Ana se encargó de vestir y ornamentar a la imagen.