“Me dijo que pasaba la altura máxima”: Afirma que en Neverland discriminaron a su hija con autismo

La mamá de una nena con autismo utilizó las redes sociales para canalizar su indignación por el mal momento que vivieron el domingo último al asistir al parque Neverland, en la ciudad Capital. A través de su cuenta de Facebook, la usuaria Mily Figueroa, oriunda de Quimilí, dio detalles de la situación de “discriminación” que le tocó vivir a su hija con autismo.

La familia llegó a Santiago con el objetivo de pasar un día distendido, dado que siempre lo hacen con fines médicos. “Estaba siendo un día hermoso, ella estaba Feliz”, comentó sobre su pequeña y los paseos que habían dado por otros sitios de atractivo infantil.

Sin embargo, al llegar al parque de diversiones ubicado en el predio de El Portal, sintió que una de las empleadas excluyó a su hija deliberadamente. “Llevábamos 10minutos en ese lugar, es muy popular los fines de semana. Hay que hacer cola para cargar la tarjeta y mi hermana se estaba ocupando de eso mientras yo cuidaba de mi niña”, comentó Mily.

En un momento dado la nena quiso entrar a uno de los atractivos del parque, pero no se lo permitieron. “Quería ingresar a la casita y ahí tienen que esperar que un empleado les pase la tarjeta, anote el horario y nombre del niño. Y bueno a nosotros nos tocó la menos agradable. La chica, estuvo observando a mi hija, vio que estaba impaciente y en la manera que yo le hablaba para que esperara”, relató.

Al momento de atenderlas, la trabajadora miró la casita y les dijo “que estaba llena”, de modo que no podían ingresar. “Se dio vuelta para anotar a otra nenita así ingrese, y ahí fue cuando le pregunté porque no la dejaba ingresar y me dijo que sobrepasaba la altura máxima. Cuándo medimos a mi hija, solo pasaba 1 cm, el límite era 1,20 y ella medía 1,21cm”, indicó.

Seguidamente –contó- corrió a su hija para que entrara otra niña. “A todo esto, mi hija estaba tirada en el piso golpeándose la cabeza y llorando, teníamos a la vuelta muchos padres observando y al mismo tiempo no decían nada y no los culpo, era una situación muy difícil”, reveló.

Para la familia fueron momentos de mucho nerviosismo. “Yo solo sentí impotencia porque en estos momentos no me siento buena madre. Sentí bronca conmigo misma porque no pude defender a mi hija, solo quería sacar a mi hija de ese lugar y volver a Quimilí”, sostuvo.

En medio de la incómoda situación, su hermana discutió con la empleada, mientras su cuñado hablaba con el encarado del lugar para pedir que les devuelvan el dinero cargado a la tarjeta, dado que no podrían usarlo.

Mientras tanto, el papá de la pequeña la levantó del piso y la llevó afuera del local. “Yo lloraba y trataba de tranquilizarla. Me senté en el piso para poder contenerla, mientras buscaban el auto del estacionamiento. Alfon lloraba, se golpeaba la cabeza, porque obviamente no entendía por qué no la dejaban entrar a ese juego, la gente cruzaba y nos miraba como bichos raros. Se acercó el de seguridad a preguntar qué le pasaba, trató de calmarla, mi hermana le comentó lo sucedido, él actuó rápidamente”, añadió.

Mientras tanto, ella solo quería llevarse a su hija y “poder consolarla en un lugar más tranquilo y sin tantas miradas”. Y reflexionó: “Es difícil ser padre de un niño con Autismo, es difícil actuar ante una discriminación, porque sí, la discriminaron. El problema no era que estaba lleno o la altura, el problema fue que la mujer observó a mi hija mirando de cerca los juegos, apoyando su oído en ellos para poder escuchar la música, la vio saltar, correr, vio que no habla y sobre todo, la vio impaciente para entrar. Entonces para ella era más fácil no dejarla entrar que pararse al frente de esa casita a observar”, consideró.

La impresión con la que se quedó fue realmente mala, dado que en Quimilí no habían vivido algo similar. “Estoy segura que mi hija no fue la única que discriminaron en ese lugar. Y cuento lo que nos pasó para que la gente tenga más empatía, para que sean más buenos y se involucren, para que cuando vean a un niño en crisis no los miren como bichos raros. Y para que los padres sepan y entiendan que está bien si no siempre se sienten fuertes e indestructibles, que hacemos todo lo que podemos para ayudar a nuestros niños”, concluyó.