
La imagen dio la vuelta al mundo: el papa León XIV montado en una mulita, recorriendo los caminos de herradura del norte peruano. Esa fotografía que generó sonrisas es testimonio de la dura realidad de la ruralidad peruana donde el entonces obispo Robert Prevost dejó huellas con su misión.
Detrás de la imagen hay historias que hablan de humildad, ternura y compromiso por parte del sucesor de Pedro. La madre María Inocencia, misionera de Jesús Verbo y Víctima, quien trabaja monte adentro de Santiago del Estero conoció a León XIV cuando aún era obispo de Chiclayo. Ella, junto a otras hermanas, acompaña comunidades remotas como Las Tinajas, Vilelas, San Juan y La Candelaria, y relató a Info del Estero la historia de esa simpática fotografía.
León XIV, un pastor con olor a oveja
“Estuve en Chiclayo, antes de retornar a la diócesis de Añatuya. Tuve la gracia de conocerlo, porque fue un verdadero regalo”, cuenta la religiosa. Fue en una visita a las comunidades de misión que tienen las hermanas en la zona montañosa de Cañaris y Uyurpampa, territorios donde el idioma quechua resiste.

“Estas casas de misión están en una zona montañosa, de habla quechua, una de ellas tiene la particularidad de que no se han dejado dominar por el imperio incaico y mantienen el idioma que viene desde el Ecuador”, relató.
Y es ahí donde el ahora papa sorprendía por su cercanía: hablaba varios idiomas, confesaba a los pobladores en quechua y subía en mulita para alcanzar las comunidades más alejadas. “Hay partes que son caminos de herradura y andar en mula es más seguro que el caballo. Esa fotografía es de una de las veces que monseñor montaba por varias horas para llegar a esas comunidades”, contó la madre Inocencia.
Atento a las necesidades
Pero su compromiso no se agotaba en lo simbólico. Cuidaba con ternura los detalles que hacían a la vida cotidiana de las hermanas misioneras. “La humedad se sentía en la casa del convento y él hizo que se arreglara la casa de las madres… el dormitorio no tenía mucha luz, e hizo cambiar el techo”, recordó. “Se veía el aspecto paternal de un padre preocupado”.
La madre Inocencia describe cómo él mismo salía a buscar ayuda cuando las lluvias azotaban a las comunidades. “Él se ha sabido acomodar a la pobreza del lugar, de la gente, le gustaba compartir los alimentos que se preparaban”, recuerda. En cada visita, las comunidades lo recibían con arcos de bienvenida, festividades, abrazos sinceros. “Esos gestos hacen mucho, la gente se siente muy contenta y aman a su pastor”, revela sobre la personalidad de Su Santidad.

Ese amor no desapareció con su traslado a Roma. Al contrario: creció y se expandió con la elección papal. “Han sido bastantes días de festejos, al saber que ha sido nombrado Papa”, dice la madre Inocencia, quien mantiene el contacto con las religiosas de su congregación en Chiclayo.
La misión callada y valiente de las religiosas
Hoy, como León XIV, sigue siendo ese “hombre muy sencillo, muy querido por la gente”, considera la religiosa, por eso de su pontificado espera que siga “con la misma línea de Su Santidad, el papa Francisco. Él ha palpado la pobreza y eso hace que sea como tiene que ser la Iglesia: preocupada por los marginados”.

En paralelo, las Misioneras de Jesús Verbo y Víctima siguen escribiendo su propio testimonio silencioso en tierra santiagueña. Su labor está centrada en llevar la fe a lugares donde la Iglesia no tiene presencia estable, cumpliendo roles excepcionales: pueden bautizar, asistir matrimonios y presidir entierros, con autorización directa de la Santa Sede.
En muchas de las comunidades donde trabajan —como Las Tinajas (departamento Moreno), Vilelas (Ibarra), San Juan (Figueroa) y La Candelaria (Copo)— no hay sacerdotes permanentes, y son ellas quienes acompañan los nacimientos, las despedidas, las celebraciones y los duelos. También realizan tareas educativas, de contención espiritual, sanitaria y alimentaria, y son un pilar afectivo para familias que viven en la marginación estructural del monte.
“La gente nos recibe con mucho cariño, nos ofrece lo que tiene”, señala la madre Inocencia, quien además explicó que las donaciones se canalizan a través del Obispado de Añatuya. “Gracias a los miles de bienhechores que siempre están ayudando”, concluyó.