
El gobernador tucumano, acorralado por sus comprovincianos ante la abismal diferencia entre su provincia y Santiago del Estero en los últimos años, criticó la inversión santiagueña en infraestructura afirmando que los santiagueños se atienden en Tucumán, pero la respuesta de nuestros médicos fue contundente: “La mayoría del sur tucumano prefiere cruzar a Termas. Jamás se lo echamos en cara, pero que no mientan”.
No es solo salud. Lo que separa hoy a Tucumán de Santiago del Estero no es únicamente una frontera provincial, sino dos modelos de gestión pública. Mientras los hospitales santiagueños reciben una creciente cantidad de pacientes tucumanos, el contraste en infraestructura educativa, vial, deportiva y sanitaria revela una brecha de planificación y prioridades que son el día y la noche Por esto, las tensiones entre provincias comienzan a aflorar.
“Nos atienden bien, pero da bronca tener que venir hasta acá”, dice Raquel, una paciente de Las Talitas que viaja dos veces al mes a La Banda para controles neurológicos. “Allá no conseguí turno en dos hospitales. Acá sí, pero tengo que gastar en colectivo y perder el día entero”.
Salud pública en fuga
El dato filtrado es contundente: el 18% de los pacientes atendidos en hospitales de alta complejidad tienen domicilio en Tucumán, con cifras aún mayores en centros cercanos a la frontera. En Termas de Río Hondo y Frías, el fenómeno ya es parte del día a día hospitalario.
“Es común que llegue gente de Graneros, de La Cocha, de Leales o de La Florida que ni piensan en ir a San Miguel por la distancia y las demoras. Vienen directo a Termas, aunque sea otra provincia”, explica un médico del Hospital de Rio Hondo.
Osvaldo Jaldo, gobernador tucumano, dijo luego de un acto oficial que “muchos santiagueños vienen a atenderse a Tucumán” y sugirió que hubiese preferido “un sistema de salud eficiente antes que un estadio mundialista”, apuntando contra el Estadio Único “Madre de Ciudades”.
La frase generó un fuerte rechazo en el personal médico santiagueño, que salió a desmentir al mandatario con dureza, trascendiendo incluso el ámbito político.
“Es mentira lo que dice Jaldo. En el CIS (Centro Integral de Salud) de Termas atendemos a gran parte del sur de Tucumán. El departamento Graneros completo prefiere venir a Termas y no a San Miguel por la distancia. Lo mismo pasa con La Florida, Leales y Taco Ralo. Nosotros en ningún momento les echamos en cara esas cosas”, apuntó un trabajador de la guardia médica del hospital de Termas.
Las mismas palabras se repitieron en otros centros hospitalarios del interior santiagueño, donde las declaraciones de Jaldo causaron entre risa y enojo: “Nunca discriminamos a nadie, pero que desde Tucumán digan que acá no hay sistema de salud, mientras nuestros pasillos están llenos de sus vecinos del sur, es una falta de respeto. Nosotros no nos metemos en política, pero tampoco permitimos que se mienta sobre lo que hacemos”, señaló una altísima fuente del ministerio de Salud santiagueño.
Salud y deporte: dos modelos opuestos
El contraste entre provincias es notable y se acentuó en los últimos años. Es cuestión de leer a medios tucumanos cuando resaltan algún deportivo a realizarse en Santiago, como será la final de este domingo entre Huracán y Platense, para que en las redes y foros de estos medios cuestionen a sus autoridades por “la diferencia abismal que nos sacaron los santiagueños”. El Estadio “Madre de Ciudades”, el autódromo, el natatorio olímpico y diferentes centros de alto rendimiento con acceso integral, son algunos para nombrar.
Tucumán, en cambio, carece de infraestructura deportiva pública moderna, y muchas instituciones barriales sobreviven con recursos escasos, sin apoyo sostenido del Estado, abandonados a su suerte. Esto fue remarcado por un entrenador de futbol infantil de Alderetes: “en Santiago se nota una planificación a largo plazo. En Tucumán parece que todo se hace a los tumbos, sin continuidad”.
Pero si piensan o adhieren que lo deportivo es “pan y circo”, vamos a las obras como la autovía que une Santiago-Termas y Termas-Tucumán. Este último tramo, el de Termas-Tucumán de la Ruta Nacional 9 sigue sin completarse pese a los anuncios. El tramo tucumano presenta deterioros, baches, falta de iluminación y un riesgo constante para quienes deben trasladarse por razones de salud.
El notorio contraste es el del lado santiagueño, donde las obras de la autovía se retomaron, los accesos están terminados, asfaltados y bien mantenidos, lo que facilita aún más el desplazamiento de pacientes hacia los hospitales públicos.
Las declaraciones de Jaldo se volvieron como un boomerang, ya que desnudó una crisis de fondo en la gestión sanitaria tucumana, pero también una diferencia creciente en cómo cada provincia planifica su infraestructura y responde ante la demanda real de sus ciudadanos.
A esa brecha estructural se suma un fenómeno que no distingue provincia ni ideología: la caída de miles de personas del sistema de salud privado, producto de la crisis económica nacional. Cada vez más pacientes que hasta hace un año tenían obra social hoy se ven obligados a recurrir al sistema público, sin cobertura, sin turnos y, muchas veces, sin respuestas en su propia provincia.
“Antes tenía OSPE pero con los aumentos no pude seguir pagándola. Hoy me atiendo en Termas, porque en San Miguel no consigo turno. No es por gusto, es por necesidad”, cuenta Walter, vecino de La Cocha.
Esta realidad se repite en cientos de historias cotidianas: personas que pasaron de la prepaga al hospital público, del sanatorio al pasillo, del consultorio privado al colectivo de madrugada para llegar a otra provincia.
Mientras las ambulancias y remises cruzan la frontera, las declaraciones políticas intentan explicar una realidad que, en los hechos, queda al descubierto en cada sala de espera. Y si antes eran gestos de cooperación silenciosa, hoy la respuesta profesional santiagueña marca un límite: la salud no se discute desde la tribuna. Se sostiene con trabajo, con infraestructura, con verdad y no con declaraciones como la de Jaldo, cargadas de humo y mentira.