
Alberto tiene 63 años y desde los 23 no faltó a una sola edición de la fiesta del Señor de los Milagros de Mailín. Viene desde Florencio Varela, Buenos Aires, y lo hace por promesa. “Yo, desde que tengo razón, en mi casa existió Mailín. Mis viejos me inculcaron a que viniera. Y la promesa es que mientras pueda, voy a seguir viniendo”.
Lo acompaña un grupo de personas que integra Manos Solidarias Varela, una organización nacida del corazón, como él la describe: “Todo lo que se hace, se hace de corazón. Todo el viaje lo costeamos trabajando: vendemos empanadas, pastelitos, locros, pan casero. Mucha plata se necesita y la juntamos así”.
En esta oportunidad trajeron una imagen especial, la del Señor de los Milagros de Mailín de casi un metro de altura en madera: “Viene de Florencio Varela, de un lugar de mucha sanidad y santidad. Tiene mucha energía, mucho poder. Y por eso la traemos, para que se potencie acá, en este santuario”. La imagen, que lo acompaña desde hace tres años, fue bendecida por el cardenal Vicente Bokalic.
Además de su participación en la fiesta religiosa, Alberto y su grupo realizan una acción solidaria concreta: cada año traen un camión lleno de donaciones para familias de Añatuya y otros parajes del interior santiagueño. “Es parte de lo que creemos: ayudar a los que más necesitan”.