Por el Lic. Diego Curet
Un día como hoy, 5 de junio de 1821, se firmaba el Tratado de Vinará, un hecho histórico que marcó el comienzo de una nueva etapa para Santiago del Estero: la de su autonomía política definitiva. Este acuerdo puso fin al conflicto que enfrentaba a nuestra provincia con Tucumán, en un tiempo en que aún se definía el mapa político de lo que sería la Argentina moderna.
El Tratado de Vinará es también uno de los pactos preexistentes mencionados en el Preámbulo de la Constitución Nacional de 1853, lo que demuestra su trascendencia más allá de lo regional. Fue un paso clave en el proceso de consolidación del sistema federal, que reconoce a cada provincia el derecho de gobernarse por sus propias instituciones.
Durante aquellos años, Santiago del Estero buscaba emanciparse del control político de Tucumán. La tensión derivó en enfrentamientos armados, hasta que en los campos de Vinará, a orillas del río Dulce, se firmó la paz entre las fuerzas locales lideradas por Juan Felipe Ibarra y las tropas del general Juan Bautista Bustos, enviadas desde Córdoba.
La firma de ese acuerdo no solo trajo estabilidad a la región, sino que permitió a Santiago del Estero comenzar su camino como provincia autónoma, con gobierno propio y una identidad política clara. Ibarra se transformó en una figura clave, encabezando el proceso de construcción institucional en los años posteriores.
A más de dos siglos de aquel acontecimiento, el Tratado de Vinará sigue siendo una referencia obligada cuando hablamos de identidad, soberanía provincial y federalismo. En tiempos de incertidumbre, recordar esta fecha es también una oportunidad para reflexionar sobre el valor de los acuerdos, del diálogo político y de la construcción colectiva de la historia.
Santiago del Estero no solo ganó su autonomía aquel 5 de junio, sino también el derecho a proyectar su propio destino. Recordarlo es honrar nuestra historia y reafirmar los principios que nos dieron origen como provincia libre.
