El Papa León XIV rompió el silencio sobre feminicidios y nacionalismos en la Plaza de San Pedro

El Papa León XIV encabezó este domingo la misa de Pentecostés en la plaza de San Pedro, ante miles de fieles y peregrinos que participaron del Jubileo de los Movimientos, las Asociaciones y las Nuevas Comunidades, en el marco del Año Santo 2025. Durante su homilía, exhortó a construir una Iglesia sin divisiones, que abra fronteras entre los pueblos y elimine barreras de clase o raza.

“Somos verdaderamente la Iglesia del Resucitado y los discípulos de Pentecostés sólo si entre nosotros no hay ni fronteras ni divisiones”, expresó León XIV desde el altar principal. El Sumo Pontífice, que hoy cumple un mes desde su elección, instó a que la comunidad eclesial dialogue y reciba a todos sus miembros “integrando las diferencias”.

Señaló que “las diferencias, cuando el Soplo divino une nuestros corazones, no son ocasión de conflicto sino un patrimonio común”. También afirmó que la Iglesia debe “convertirse en un espacio acogedor y hospitalario”, sin “olvidados ni despreciados”.

Durante el mensaje, alertó sobre el avance de lógicas de exclusión: “Donde hay amor no hay espacio para los prejuicios, para las distancias de seguridad que nos alejan del prójimo, para la lógica de la exclusión que vemos surgir desgraciadamente también en los nacionalismos políticos”.

Al referirse al símbolo de Pentecostés, explicó que el Espíritu Santo otorga a los creyentes “una mirada nueva y una inteligencia del corazón” para comprender su entorno. “El Espíritu disuelve nuestras durezas, nuestras cerrazones, los egoísmos, los miedos que nos paralizan, los narcisismos que nos hacen girar solo en torno a nosotros mismos”, sostuvo.

En otro tramo, el Papa lamentó que, pese al crecimiento de espacios de interacción social, muchas personas viven solas o sin vínculos reales: “Siempre conectados y, sin embargo, incapaces de establecer vínculos”. Aseguró que cuando el amor de Dios mora en las personas, se vuelve posible vencer rigideces, superar el miedo al diferente y educar las pasiones.

Asimismo, advirtió que el Espíritu transforma también aquellas amenazas invisibles que dañan los vínculos humanos. “Pienso también —con mucho dolor— en los casos en que una relación se intoxica por la voluntad de dominar al otro, una actitud que frecuentemente desemboca en violencia, como demuestran los numerosos y recientes casos de feminicidio”, declaró.

En el cierre de su intervención, citó a su predecesor Francisco al hablar de una sociedad marcada por la desconexión y la indiferencia. “Estamos todos conectados y, sin embargo, nos encontramos desconectados entre nosotros”, dijo. Y agregó: “Son una trágica señal las guerras que agitan nuestro planeta”.

León XIV concluyó su homilía con una invocación al Espíritu de paz: “Que el viento vigoroso del Espíritu venga sobre nosotros y dentro de nosotros, abra las fronteras del corazón, nos dé la gracia del encuentro con Dios, amplíe los horizontes del amor y sostenga nuestros esfuerzos para la construcción de un mundo donde reine la paz”.