
Después de la pandemia de COVID, la vitamina D se volvió una protagonista de la medicina. En el día a día aparecen más personas que dependen de este suplemento o que sus doctores les recomiendan incorporar a su dieta más pescado y tomar sol con las precauciones necesarias.
La importancia de la Vitamina D en el funcionamiento de nuestros organismos la confirma un reciente ensayo clínico, publicado en The American Journal of Clinical Nutrition de la Universidad de Harvard, Estados Unidos. Un grupo de investigadores demostró que la vitamina D3 ralentiza el envejecimiento celular al minimizar el acortamiento de los telómeros. Estas estructuras ubicadas en los extremos de los cromosomas se achican con la edad asociándose así a un mayor riesgo de contraer enfermedades como el cáncer avanzado y patologías autoinmunes.
El estudio, que parte del ensayo VITAL (siglas del inglés VITamin D and OmegA-3 TriaL), incluyó a más de 1,000 participantes mayores de 50 años que durante cuatro años tomaron diariamente 2,000 UI de vitamina D3 y un gramo de Omega 3. Los resultados evidenciaron que la suplementación con vitamina D3 evitó parcialmente la reducción de los telómeros, una buena noticia ante el envejecimiento.
De todas maneras, los autores enfatizan la necesidad de futuras investigaciones para confirmar estos hallazgos y determinar la mejor forma de utilizar la suplementación con vitamina D para la prevención de enfermedades que vienen con la edad.
La genética: un aliado a la hora de suplementarse
La relevancia de este hallazgo se magnifica al considerar que la capacidad de cada persona para absorber y utilizar la vitamina D varía genéticamente. Adrian Turjanski, director científico de GEN360 e investigador del CONICET, señala: “La genética influye no solo en nuestro paladar y sensibilidad gustativa, sino también en cómo procesamos ciertos nutrientes”. Dado que algunas personas eliminan la vitamina D más rápidamente, es indispensable que reciban una adición personalizada.
En un mercado saturado de suplementos, la información precisa es poder. “A través del conocimiento de nuestro ADN, se puede evitar tanto la carencia como la sobrecarga de vitaminas”, enfatiza el investigador. En este escenario, un mapa genético permite personalizar el uso de suplementos y evitar errores comunes, garantizando que cada individuo reciba exactamente lo que su cuerpo necesita.
Una prueba de esta índole también explora cómo los genes influyen en la absorción de otros nutrientes esenciales como la vitamina B12, el magnesio o el calcio. Además, analiza variantes asociadas a enfermedades hereditarias como el cáncer de mama y los melanomas.
Se estima que más de 300 millones de personas ya se hicieron un test genético. Estudios recientes demuestran que quienes tienen riesgos a ciertas enfermedades pueden reducirlos adoptando hábitos saludables a partir de su perfil genético.
“No hay un solo plan de salud que funcione para todos. La personalización es el camino, y la genética es una de sus mejores herramientas”, concluye el referente de Gen360. Conocer la genética propia es empoderante porque ofrece una perspectiva única para optimizar la nutrición y promover un envejecimiento saludable.