Corpus Christi: una multitud colmó la Catedral y marchó por el centro de la ciudad
Durante la homilía, el arzobispo pidió no quedarse con los brazos cruzados ante el dolor del otro.

Con una multitudinaria participación, este domingo la comunidad santiagueña celebró con profunda fe y devoción la Solemnidad de Cuerpo Christi (Cuerpo y Sangre de Cristo). En la oportunidad el Arzobispo de Santiago del Estero y Cardenal primado, Vicente Bokalic CM pidió a los fieles no quedarse de brazos cruzados ante el sufrimiento del hermano, y dejar que el Señor, “penetre en nuestras vidas, nos haga descubrir que somos hermanos, nos ayude a superar divisiones, prejuicios, ofensas, nos ayude a perdonarnos para ser signos en una sociedad dividida, con tremendas desigualdades, injusticias”.

La actividad arrancó con la concentración (en distintos puntos de ciudad Capital) de las comunidades pertenecientes a los decanatos capitalinos y de la ciudad de La Banda; quienes peregrinaron hasta la Catedral Basílica Nuestra Señora del Carmen.

La misa estuvo presidida por el cardenal Vicente Bokalic CM, quien estuvo acompañado por el obispo auxiliar, Enrique Martínez Ossola y los sacerdotes de las distintas parroquias de ciudad Capital y La Banda.

Tras las lecturas del Evangelio, el pastor de la Iglesia santiagueña consignó, “en este año del Jubileo nos convocamos como Iglesia que peregrina en Santiago del Estero para celebrar juntos el don inmenso que nos regaló el Señor en la noche de la Pasión. En esa noche del Amor extremo dando toda su Vida por nosotros y por toda la humanidad de todos los tiempos”.

“El centro de la liturgia es el Evangelio. La multitud está tan entusiasmada con la predicación de Jesús que hasta se olvida de comer. Los discípulos, preocupados, aconsejan al Señor que despida a la gente. Pero Él no lo quiere así e incluso les dice a ellos que les den de comer. ¿Pero cómo? Sólo tienen cinco panes y dos peces”, explicó.

Agregó, “Jesús toma los panes y los peces, y delante de todos, los presenta al Padre: lo bendice y le da gracias. Es la oración que todo judío recita antes de comer. Sin embargo, es singular dar gracias al Padre en esta circunstancia. Jesús tiene en las manos cinco panes y dos peces para cinco mil personas… Precisamente en la escasez de pan, en la penuria, en la pobreza, Jesús expresa al Padre su gratitud porque puede dar algo a los demás, porque puede ser instrumento de la generosidad de Dios, poniendo el signo de una solidaridad que será el fundamento de la Eucaristía: ser «pan» los unos para los otros”.

El purpurado prosiguió, “partir el pan es el acto de compartir lo que se tiene, de donarlo y hacerlo partícipe a los hermanos: es un gesto enorme de comunión y solidaridad, una nueva forma de relacionarse con los demás y, al mismo tiempo, de replantear la relación entre uno mismo y las cosas. El signo que Jesús realiza es una prefiguración de la Eucaristía, del «pan» necesario para ayudarnos mutuamente”.

“Es un pan que reúne en una mesa a todos, sin miramientos. El pan que calma el hambre de la gente: hambre de unidad, de amor, de fraternidad, de cercanía, de perdón, de comprensión y solidaridad. Pan que fortalece para la lucha cotidiana, pan que abre el corazón a las profundas necesidades de los hermanos que sufre soledad, abandono, marginación y discriminación”, sostuvo.

Monseñor Bokalic subrayó, “el Señor sólo nos pide que demos de lo poco para que Él haga el milagro de dar vida a los que están postrados y sin esperanza. Es el pan de los peregrinos que marchamos hacia la casa del Padre. Pero caminamos en comunidad, apoyándonos mutuamente siendo signos de esperanza para los hermanos y en especial para los más sufrientes”.

A la vez instó a los fieles dejar que Jesús, “penetre nuestras vidas, nos haga descubrir que somos hermanos, nos ayude a superar divisiones, prejuicios, ofensas, nos ayude a perdonarnos para ser signos en una sociedad dividida, con tremendas desigualdades, injusticias”.

“Ser signos de la comunión de los hermanos que viven en la diversidad porque somos distintos y así queremos caminar, escucharnos, acompañarnos, así queremos levantarnos cuando nos caemos; así queremos servir. Tenemos que pedirle a Jesús haz que seamos signos de comunión, de compasión, No podemos disociar nuestro culto de la vida cotidiana, que no nos cerremos en nosotros mismos, ni cerremos las puertas de lo que está pasando más allá de nuestros templos, donde está la muerte, el dolor, la marginación de tantos hermanos que sufren y están clamando por asistencia, por la acogida, el cariño, por la cercanía”, amplió el arzobispo santiagueño.

En otra parte de su predicación indicó, “nos sentimos impotentes como los apóstoles, qué vamos hacer con cinco panes y dos peces; qué puedo hacer ante tanto males, ante tanta necesidad. Quedémonos con lo de Jesús, demos lo poco que tenemos con generosidad. Jesús hará inmensos milagros, esperanza y consuelo”.

“Simplemente nos pide que demos de comer que no tengamos miedo. No sintamos que no podemos dar nada. Si Jesús nos lo da todo en cada Eucaristía, el que nos fortalece y nos llena de sus sentimientos, no podemos quedarnos con los brazos cruzados con ese hermano que está sufriendo”, acotó.

Por último el cardenal primado consideró, “así como adoramos a Jesús Eucaristía, podamos encontrar al Cristo que vive realmente en el pobre desamparado”.

Posteriormente, los presentes participaron de una procesión por alrededor de la Plaza Libertad; la columna fue encabezada por el Santísimo Sacramento.