
Nunca se dejó imponer nada, para los dirigentes era un gran DT pero que no lo iban a decir que hacer o quienes tenían que jugar; no lo hacía de orgulloso, era su carácter, su manera de trabajar y ver el fútbol.
En la cancha era un “loco”, actitud nunca le iba a faltar, se sudaba hasta la última gota y con el correr de los años se hizo un 5 muy respetado, el motor del equipo.
Década del 90 cuando el fútbol infantil no tenía demasiado orden, era más barrial y de potrero, se inició en el rubro, se puso se escuelita y marcó un antes y un después. De 10 chicos, 8 pasaron por la escuelita del Loco Valoy, pero claro, para mantenerse había que tener compromiso, algo que antes no pasaba.
No se imaginan ese comienzo, en el Gremio Municipal de La Banda, éramos un grupo de 10 a 15 changuitos hasta que se fueron armando los equipos. Las generaciones 83, 84, 85, 86 y 87 tenemos recuerdos únicos de la escuelita.
El Loco todavía no tenía su auto, pero como sea conseguía uno, camioneta, combi lo que sea para llevar a sus jugadores a los partidos. Ahí ya te marcaba que había que cumplir, que había que entrenar al 100 por ciento y que un grito era una indicación, no un reto. Si Valoy te daba una indicación era con euforia y de esa manera la comprendíamos.
En medio de sus comienzos con la escuelita, estaban sus hijos, Jorge y Darío, que no participaron como jugadores, ellos ya sabían que iban a ser futbolistas y siguieron los pasos de su padre. El Chavo y Daro heredaron el compromiso y responsabilidad que al jugador santiagueño le faltaba.
Pero vuelvo al tema del fútbol infantil; el Loco ya solo no podía con tantos chicos, entonces comenzó a buscar exjugadores para que se sumen: El Gringo Asili, Coqui Lastra, el Flaco Alustiza, hay varios que pasaron y se nutrieron con todo lo que sabía Valoy.
Sus colores amarillo y verde se fueron expandiendo por toda La Banda y los chicos de Santiago Capital también se llegaban ya al predio de Luz y Fuerza para entrenar. Viajar a Rafaela o Sunchales, para la escuelita Loco Valoy es una tradición.
Eso sí, siempre tuvo a una mujer que lo acompañó a todos lados. La Nelda, fundamental en la escuelita, no había partido donde no esté ella pendiente de todos los detalles.
Un Director Técnico ganador y de palabra
No a todos les gustaba tener a Valoy como DT, pero no porque no sabía si no porque te marcaba desde un principio cómo había que comportarse en el club.
El respeto, los valores, el compromiso y la profesionalidad siempre te exigía. Para ganar, para ser un futbolista de Primera, por talentoso que sea, con el Loco había que entrenar y respetar las normas.
Pregunten qué pasaba con los que llegaban tarde al entrenamiento. No los dejaba entrar, y a la práctica siguiente, estaba temprano.
Era un entrenador que nunca se dejó imponer condiciones y si tenía que irse a horas de asumir, lo hacía. No le temblaba nada, es más hasta se animó de decir a un diario que “el jugador santiagueño era vago”. Tremendo título, pero que tenía razón, nadie se ofendió, si sabían que a la mayoría no les gustaba mucho entrenar. Él les marcó el camino, y sus títulos les dieron el respaldo.
Fue un DT de los más ganadores del fútbol local, en Central Argentino, club donde más ganó, en Independiente de Fernández, en Güemes y Central Córdoba, su querido Ferroviario.
Me quedó la charla pendiente y me lamentó no haberte visitado porque tus consejos, ahora en mi profesión de DT me hacen falta. Pero estoy seguro que me ibas a marcar que sea profesional y nunca dude de mis convicciones.
¡Hasta siempre Tío! Has dejado una huella imborrable en el fútbol santiagueño, esa foto con el Diego la volverás a tener el cielo, vos con Racing y el con Argentinos Juniors.
El legado seguirá por siempre, la escuelita Loco Valoy ha marcado un antes y después en el fútbol infantil de Santiago del Estero.
Tu sobrino, Cacho Ortiz.