
Tras una jornada caótica con reuniones, contra reuniones, alianzas que penden de un hilo y rupturas, la provincia de Buenos Aires extendió hasta el lunes el cierre de listas. Finalmente, las alianzas se cerraron a la fuerza en medio de mucha tensión.
El peronismo llegó a esta instancia con diferencias de público conocimiento entre el Movimiento Derecho al Futuro de Axel Kicillof y La Cámpora de Máximo Kirchner, en el contexto de un justicialismo que discute nuevos liderazgos desde antes de la detención de Cristina. Para las 00 no tenía definiciones y a la madrugada se desconocían todavía las listas. Por lo que los cortes de luz les cayeron como anillo al dedo.
Según explica Ámbito, “las internas peronistas no son novedad, acaso ahora solo subió el voltaje y la desprolijidad, al tiempo que se difumó el verticalismo que el PJ requiere para ordenar la tropa. En tanto, el joint venture entre el partido de Milei y el de Macri era un hecho previsible por la tiranía de los números, aunque esa necesidad no le quita valor como acontecimiento”.
La alianza de La Libertad Avanza y el PRO tiene dominio violeta, más una imposición de condiciones que una negociación entre fuerzas.
La UCR, por su parte, buscó a sus socios naturales como la Coalición Cívica y sumó a los desencantados del PRO que no avalaban integrarse a la lista violeta. También inscribió bajo el sello Somos Buenos Aires a peronistas residuales (como el intendente de Tigre Julio Zamora) y a sectores de centro, como los espacios de Juan Schiaretti o Facundo Manes.
Un “tira y afloje” para otra elección boaerebse que gana una inédita trascendencia. La anterior, los comicios porteños de mayo para renovar bancas de la Legislatura. En aquella oportunidad, hubo un escenario inverso, de fragmentación al extremo. Una dispersión que corrió de la cancha a los discursos locales y a los exsocios de Juntos por el Cambio. También fue una suerte de línea de largada para 2027 y una pulseada abierta entre el PRO y LLA para establecer criterios de cara a la nacionales. Ganaron los libertarios y arrastraron a los amarillos a una alianza en Provincia, donde la lapicera quedó en manos de Karina. Lo que menos se discutió en mayo fueron planes para CABA.
Con ese mar de fondo, las elecciones del 7 de septiembre tienen también una importancia pocas veces vista. No habrá arrastre de cargos nacionales tras el desdoblamiento, y la cercanía con la fecha nacional llevó a un coincidente análisis en todos los campamentos: lo que ocurra en suelo bonaerense determinará el score en la nacional del 26 de octubre, cuando Javier Milei se jugará la gobernabilidad del segundo tramo de su mandato.
Las fuerzas políticas tomaron nota de los errores estratégicos de mayo y ahora determinaron que era mejor el frentismo, aunque sea a los codazos, que una marcha en soledad al precipicio.