
Por Lourdes Suarez Torres
En el marco de la Semana Mundial de la Lactancia Materna, en las redes sociales abundan los posteos y discursos problematizando el dar la teta, y no falta el reel de personalidades o influencers con el ABC de la lactancia pretendiendo enseñar a “hacerlo bien”.
En ese contexto, desde Info del Estero decidimos hacer algo que pocas veces se hace: escuchar con profundidad y sin filtros a las verdaderas protagonistas. Somos mujeres, somos madres, y sabemos que detrás de la imagen romántica de una madre amamantando, hay mucho más.
Por eso, hablamos con otras mamás que pasaron por la experiencia de dar la teta. Lo que nos contaron no fueron recetas ni consejos, sino verdades desnudas: las que duelen, las que agotan, las que remueven culpas y las que rompen mitos.

Lo que pensábamos… y lo que la realidad nos enseñó
A muchas nos dijeron que la lactancia era instintiva, fácil, hermosa. Pero después, la vida con un bebé en brazos nos dio otra lección. Estas son algunas de las frases que escuchamos al conversar con madres de distintas edades, trayectorias y entornos:
- “Pensaba que se disfrutaba… ¡jajaja! No sabía del dolor punzante, de las grietas, ni de las noches sin dormir.”
- “Creía que tener las tetas grandes garantizaba mucha leche. Spoiler: no.”
- “Pensaba que haber amamantado a mi primer hijo me volvía experta. Pero cada bebé es un mundo nuevo.”
- “Creía que eso me iba a hacer mejor madre… y cuando no funcionaba, sentía culpa.”
- “Me sacaba leche para ir a trabajar, como si fuera lo más fácil del mundo. Pero el sacaleches no entiende de tiempos, cansancio ni estrés.”
- “Creía que el bebé se prende solo por instinto. Después descubrí que no todo es tan natural: hay bebés que no succionan, que se duermen, y madres que sufren hasta lograr que funcione.”
- “¿Y el famoso chorrear leche? ¡Llevo 7 años dando la teta y solo una vez mojé la remera!”
- “Me deshidrataba de tanta sed. Nadie me avisó que iba a necesitar litros y litros de agua.”
- “Y esa culpa constante… aunque lo hacés, aunque te guste, siempre hay alguien que dice que no alcanza, que no crece, que no duerme, que ya está grande para tomar la teta.”

Mitos que pesan más que el cansancio
A esto se suman los mandatos familiares, las miradas sociales y las exigencias laborales, que muchas veces terminan torpedeando un proceso que debería ser placentero, acompañado y sostenido.
Según datos brindados por la ginecóloga Dra. Miranda Bosatta, solo el 10% de las empresas en Argentina tiene salas de lactancia, y menos del 50% ofrece horarios flexibles o modalidades como home office. El regreso al trabajo sigue siendo uno de los principales motivos de abandono de la lactancia: afecta al 28% de las madres, y más aún si son empleadas formales (40%) o freelance (31%).

También influye el acompañamiento: la lactancia materna exclusiva se sostiene más cuando hay apoyo clínico, familiar y formación previa, especialmente en madres primerizas o con menor nivel educativo. Sin embargo, más de un tercio de los argentinos aún cree que una madre no necesita ayuda para amamantar, lo que refleja una barrera cultural que favorece su abandono prematuro.
El rol clave de las puericultoras… y la necesidad urgente de regulación
Frente a este panorama, cobra fuerza la figura de la puericultora, una profesional capacitada para acompañar y asesorar a las familias durante el proceso de lactancia.
En Santiago del Estero hay pocas puericultoras trabajando. Una de ellas es Cecilia Cáceres, quien nos explicó que si bien están haciendo tareas de visibilización, son pocas y necesitan el apoyo institucional para seguir creciendo. “No podemos hacerlo solas. Se necesita impulso, reconocimiento, formación y una regulación clara de nuestra función”, afirmó.
En la provincia de Buenos Aires ya se dio un paso fundamental con la Ley 15.525, que reconoce a las puericultoras como trabajadoras de la salud, jerarquizando su rol en el acompañamiento de la gestación, el nacimiento y la primera infancia, con foco en la lactancia. Sin embargo, a nivel nacional el avance es lento y aún no se ha logrado la aprobación de una ley que regule su ejercicio en todo el país.
Porque hablar de lactancia es hablar de derechos
Desde este lugar creemos que la lactancia materna no puede limitarse a una semana de visibilización. Es un tema que atraviesa la salud pública, los derechos laborales, la crianza, el bienestar emocional y la equidad de género.

Escuchar los testimonios de las madres nos deja una certeza: amamantar no debería ser una carga ni una prueba de fuego, sino una elección acompañada, informada y respetada.
Hoy más que nunca, sumamos nuestras voces para pedir políticas que cuiden a las madres y reconozcan el trabajo silencioso de quienes las sostienen. Porque dar la teta, muchas veces, es un acto de amor… pero también de resistencia.