
Los primeros resultados del análisis forense sobre los restos de Diego Fernández Lima, desaparecido en 1984, aportan señales contundentes de que podría haberse tratado de un crimen.
Los huesos del joven, de apenas 16 años, fueron encontrados por casualidad durante una obra en Coghlan, junto a la casa que en su momento habitó Gustavo Cerati. El Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) determinó que los restos no estaban en el lugar donde se los halló, sino enterrados unos 50 centímetros más adentro del terreno contiguo. Esto sugiere que quienes llegaron a enterrar el cuerpo buscaban ocultarlo cuidadosamente.
Los peritos identificaron marcas compatibles con armas blancas, entre ellas una herida en la cuarta costilla derecha y cortes adicionales en articulaciones, que podrían indicar un intento de descuartizamiento. “Hay marcas en el cuerpo que se corresponden con una muerte violenta y un intento de descuartizamiento”, explicó Mariella Fumagalli, directora del EAAF.
Todo apunta a que el cuerpo fue dispuesto en ese lugar por una o varias personas, como parte de un acto deliberado para encubrir el crimen. La vivienda involucrada pertenece a la familia Graf, señalada como principal sospechosa por la Justicia.
El fiscal a cargo, Martín López Perrando, continúa avanzando en la investigación. El hallazgo abre una nueva etapa en el caso de Diego Fernández Lima, que tras 41 años de misterio ahora tiene indicios concretos que podrían llevar, finalmente, a esclarecer los hechos.