
Los presidentes de Estados Unidos y Rusia, Donald Trump y Vladimir Putin –respectivamente- se reunieron este viernes por más de tres horas en Anchorage (Alaska). El objetivo del encuentro es alcanzar un acuerdo de paz para detener el conflicto en Ucrania.
El encuentro entre los mandatarios tuvo lugar en la base aérea de Elmendorf-Richardson y comenzó alrededor de las 11:30 de la mañana (hora local) y generó una gran expectativa mundial.
El protocolo fue respetado. La llegada incluyó alfombra roja, un apretón de manos ante la prensa y fotos sobre una plataforma con la inscripción “Alaska 2025”. Luego, subieron a la limusina presidencial blindada conocida como “la bestia”, en la que habrían viajado solos durante algunos minutos antes de dirigirse al sitio del cónclave.
El republicano Donald Trump y su par ruso, Vladímir Putin, posaron juntos antes del inicio de las conversaciones, en un gesto simbólico que buscó marcar el tono de la cumbre. Aunque se habló de un posible cara a cara a solas, finalmente ambos mandatarios llegaron acompañados de sus principales asesores.
Originalmente prevista como una charla uno a uno, la reunión adoptará finalmente un esquema tres contra tres, con la participación de asesores y funcionarios de ambas delegaciones.
En declaraciones previas al encuentro, Trump adelantó que no abordará acuerdos económicos hasta que se detenga la guerra. “He notado que está trayendo a muchos empresarios de Rusia, y eso es bueno. Me gusta porque quieren hacer negocios, pero no los harán hasta que resolvamos la guerra”, señaló.
El mandatario estadounidense dijo que insistirá a Putin sobre la necesidad de frenar las muertes, advirtiendo que prolongar el conflicto “en realidad le perjudica”. Por su parte, el líder ruso elogió los esfuerzos “enérgicos” de Washington y dejó abierta la posibilidad de alcanzar un acuerdo nuclear si prospera la vía diplomática.
El eje principal de la agenda es un eventual alto el fuego en territorio ucraniano. Desde Moscú se insiste en obtener concesiones sobre regiones orientales como condición para detener las hostilidades, mientras que la Casa Blanca plantea la necesidad de abordar también cuestiones de seguridad y explorar posibles áreas de cooperación económica.
La cumbre se desarrolla en un momento crítico: la economía rusa arrastra el costo de una guerra prolongada y Washington busca reposicionarse como mediador de un conflicto que ya dejó miles de víctimas. El resultado de estas conversaciones podría marcar un giro en el tablero internacional y determinar el futuro inmediato de Ucrania.