
El Ratón Pérez es uno de los personajes más queridos de la infancia. Su origen se remonta al Siglo XIX, cuando -según la leyenda- el escritor español, Luis Coloma le dio vida al personaje a pedido de la reina María Cristina. Su hijo, el entonces rey Alfonso XIII había perdido un diente, y a través del cuento, su sufrimiento se hizo más llevadero.
El 22 de agosto de 1920, Coloma falleció, por lo que desde hace pocos años se estableció esa fecha como el Día del Ratón Pérez. La tradición se extendió por Hispanoamérica compitiendo con la anglosajona “hada de los dientes”. Este simpático personaje aparece durante la infancia, cuando caen los dientes de leche y dejan dinero a cambio de las preciadas “perlas”.
Algunos niños le dejan cartas, le hacen pedidos, y ya depende de la situación económica del Ratón, el monto que va a dejar. Los pequeños reciben moneas, billetes, golosinas o juguetes. No hay una tarifa oficial, pero dicen por ahí que en Argentina, lo mínimo es de $1000.
Pero más allá de esa discusión, lo importante y especial es que el Ratón Pérez sigue ocupando un lugar en las casas, las aulas y hasta la literatura infantil contemporánea. Su figura recuerda que la magia y la imaginación pueden estar presentes en gestos pequeños pero que se recuerdan para toda la vida.