
En pleno barrio de Constitución, sobre Avenida Independencia al 1100, se levanta una construcción que guarda más de dos siglos de historia. Es la Santa Casa de Ejercicios Espirituales San Ignacio de Loyola, fundada por María Antonia de Paz y Figueroa, la mujer que el pueblo bautizó como Mama Antula.
Info del Estero viajó hasta allí para conocer de cerca este sitio que sigue siendo un faro de espiritualidad en la Ciudad de Buenos Aires. Y los invitamos a sumarse a un recorrido único a través de imágenes y videos que muestran cada rincón de esta joya colonial.
Habitación donde falleció Mama Antula
Pasillos y celdas de la Santa Casa de los Ejercicios
La historia de la casa se remonta a tiempos turbulentos. Tras la expulsión de los jesuitas en 1767, Mama Antula asumió la misión de continuar con los ejercicios espirituales ignacianos. Caminó miles de kilómetros por el Virreinato del Río de la Plata hasta que Buenos Aires la adoptó. Consiguió los terrenos y el 7 de abril de 1795 inauguró la casona que se mantiene en pie hasta hoy.
Arcón de los milagros.
La primera cruz que hizo colocar Mama Antula
El edificio sorprende por su simpleza y su simbolismo. Se divide en tres sectores: el beaterio, la casa del capellán y la casa de ejercicios. Sus cuatro patios coloniales aún conservan la calma de otros tiempos: uno guarda un aljibe dónde sobrevive la primera cruz que colocó Mama Antula al llegar al Buenos Aires colonial, y otro protege una magnolia de más de 200 años.
Habitaciones donde se hacen los ejercicios espirituales
Aquí murió Mama Antula en 1799, en la celda número 8. En ese lugar, aún se conserva la cruz que llevaba en el pecho en su caminar desde Santiago del Estero hasta Buenos Aires. También cuenta con un baúl, en el que ahora dejan cartas cuando se hacen los ejercicios espirituales. Se dice que en tiempos de Mama Antula, cuando había escasez de pan, siempre aparecía, en una especie de “multiplicación de los panes” y no faltaba para los desvalidos y enfermos que pedían ayuda a la Santa.
Aquí vivieron miles de personas que, sin distinción de clase social, encontraron un lugar de recogimiento. Es también uno de los primeros espacios en América donde la espiritualidad se vivió en clave comunitaria, con campesinos, criollos, mujeres, funcionarios y esclavos compartiendo los mismos retiros. Por este lugar pasaron los próceres de la Independencia, Manuel Belgrano, entre ellos.
La imagen de MamaAntula con la reliquia de un hueso de la santa santiagueña
Monumento histórico
En 1942 la casona fue declarada Monumento Histórico Nacional, y en 2010 pasó a formar parte de las Áreas de Protección Histórica de la ciudad. Hoy sigue abierta, ofreciendo ejercicios espirituales y visitas culturales que la convierten en un punto de encuentro entre fe y memoria.
La Santa Casa también forma parte de la vida cultural porteña. Abre sus puertas durante la Noche de los Templos, y recibe a viajeros, devotos e investigadores que llegan desde todo el mundo atraídos por la huella de la mujer que desafió a su tiempo.
En este nuevo aniversario de su beatificación en 2016, y ya consagrada como santa en 2024, Mama Antula vuelve a estar en el centro de la escena. La santiagueña corajuda, cómo se dice habitualmente, dejó un legado que el papa Francisco predicó al mundo, y que nos enorgullece como comprovincianos.
Y así como en palabras contamos lo que se ve, es difícil poner en palabras lo que se vive, lo que se siente y lo que transmite este lugar de oración e historia. Un sitio que recuerda, con su fachada colonial, que el pasado fue necesario y que recordarlo es esencial para nuestro presente.