
Juan Domingo Moreno trabaja a 130 kilómetros de donde vive. Es maestro. Hasta aquí, nada extraordinario. Pero lo que ustedes no saben es que recorre por asfalto y ripio ese camino para ser el maestro de apenas seis alumnos. El lugar donde se encuentra la Escuela N° 399 se llama Árbol Blanco sur, un paraje de apenas 14 o 15 familias afincadas que aún creen en la educación pública como herramienta de desarrollo personal y profesional para las generaciones que nacen y crecen allí.
Ir y volver cada día a su hogar no es una opción posible, así que a veces debe pasar hasta 15 días alejado de sus dos hijas para dedicar tiempo completo a la tarea docente. “Mi rutina es salir todos los domingos, antes del mediodía para ahí, y cada 15 días vuelvo a mi casa”. Va en moto, y pese a los 11 años que lleva cumpliendo con este ritual, afirma que vale la pena. Juan Domingo sabe que sus niños lo esperan en Árbol Blanco.
La geografía agreste del lugar evoca esos paisajes que viven en la memoria de muchos santiagueños que se nutrieron de la educación rural para ser el orgullo de papá y mamá, aunque con los cambios que exigen los tiempos actuales: cuentan con paneles solares e internet, lo que hace más llevadera la distancia con su familia de sangre.
La vocación lo eligió a él
Juan es oriundo de Tintina, departamento Moreno y cuando terminó el secundario no imaginaba ni por un minuto que iba a convertirse en una pieza fundamental de una comunidad donde ser maestro es una de las tareas más valoradas.
En este pequeño homenaje que, desde Info del Estero, queremos hacerles a los maestros en su día, Juan nos cuenta cómo descubrió que el sentido de ser docente va más allá de enseñar a leer y escribir. Cuando ingresó al IFD de Tintina, lo hizo porque era la única carrera que tenía disponible en la ciudad, pero algo cambió en sus metas cuando descubrió que simplemente amaba estar en el aula, enseñar y sobre todo aprender.
Cuando en 2do o 3er año de la carrera tocó hacer observaciones, Juan Domingo fue asignado a Aerolito, otra comunidad rural cercana a Tintina. “En ese momento, recuerdo, junto con un compañero decidimos hacer ese trayecto en moto, no por una exigencia del profesorado sino porque queríamos vivir la experiencia. Ahí nació mi interés por la educación. Ahí descubrí que el maestro tiene que darlo todo, ser amigo, compañero, compartir y sobre todo escuchar. Los chicos constantemente nos están contando anécdotas”, recuerda mientras parece revivir las aventuras que cada semana debe escuchar multiplicadas por 6, en el aula plurigrado.
A Árbol Blanco -designaciones mediante- llegó en 2014. Lo que había observado en sus años de estudiante ahora debía ponerlo en práctica. “Me acuerdo que he llegado con una pala cargadora… Había llovido todo el día, y no se podía pasar”, y es que para llegar, en aquel momento, debía hacer 15 kilómetros por camino de tierra que poco a poco fueron dando paso al ripio que tienen en la actualidad.
La directora que estaba a cargo se jubiló ese mismo año, y Juan Domingo quedó con lo que se llama Personal Único, que en otras palabras es ser maestro y director a la vez. Siempre con aulas de menos de 10 alumnos, en 2025 la matrícula llegó a 6, con niños en 1°, 2°, 4°, 5°, 6° y 7°.
Y quizás un puñado pensará en clave de rentabilidad, si se justifica tener abierta una escuela a la que asisten menos de 10 niños. La respuesta se las va a dar quien comparte nombre con el “Padre del aula” y por cuyo honor se celebra el Día del Maestro: Domingo Faustino Sarmiento.
“La escuelita es el centro, es el pulmón para que surjan nuevos proyectos”, en pocas palabras Árbol Blanco sostiene a la escuela y la escuela sostiene a Árbol Blanco. Por eso, a pesar de ser pocos, hacen ruido en las redes y trabajan de forma colectiva para que cada día, más familias se queden a vivir allí.
¿Qué sueñan?
“Nuestro más grande anhelo es hacer crecer a la comunidad. Hay campos, familias que están dispuestas a ceder espacios para que haya una plaza pública. Queremos hacer casitas cerca del predio, cerca de la escuela, y que estén designadas a peones rurales que trabajan cerca de ahí. Para que lleven a sus familias y los chicos puedan ir a la escuela, que las mamás tengan emprendimientos”, nos cuenta Juan Domingo.
La Escuela N° 399, nacida hace 23 años, de la creencia de que la educación es el motor de cualquier pueblo es el orgullo de Árbol Blanco. Es un lugar que valora cada logro, y que hace realidad aquello de escuela-casa-comunidad.
Este día y cada día queremos hacer visibles a quienes llevan la bandera de su profesión con honestidad, compromiso y profundo respeto por el otro. “Creo que la vocación ha quedado en el olvido en el caso de la docencia, pero quien dice que vuelva a resurgir, hay que hacer hincapié en eso, porque la docencia no solo pasa por lo institucional sino también por la creencia de que todos los niños merecen las mismas oportunidades”, reflexionó Juan Domingo. ¡Feliz día a él y a todos los maestros y maestras que ponen en alto la profesión!