
POR LUCIANA SPOSETTI.
En el marco del Día Internacional de la Dislexia, que se conmemora este 8 de octubre, desde Info del Estero quisimos profundizar sobre este tema que afecta a muchos niños, niñas y adolescentes. Para ello, entrevistamos a la Lic. en Psicopedagogía Xiomara Roldán, quien destacó la importancia de la detección temprana, el acompañamiento emocional y la construcción de escuelas más inclusivas y empáticas.

–¿Qué es la dislexia y cómo se manifiesta?
La dislexia es una dificultad específica del aprendizaje de base neurobiológica que afecta principalmente los procesos de lectura y escritura. No está relacionada con la inteligencia, con el esfuerzo y la motivación, sino con una forma diferente de procesar la información escrita. En los niños y en las niñas suele manifestarse a través de errores persistentes al leer o escribir, inversiones de letras, lentitud en la lectura, dificultades para comprender textos o recordar secuencias verbales.
–¿Por qué se conmemora el Día Internacional de la Dislexia?
Esta fecha busca generar conciencia y sensibilización social. La dislexia ha sido por mucho tiempo un tema poco comprendido y muchas veces quienes lo presentan enfrentan etiquetas injustas o baja autoestima. Conmemorar este día nos invita a reconocer la diversidad en los modos de aprender, a promover diagnósticos tempranos y a construir una escuela más inclusiva y empática.
–¿Cuándo suelen observarse las primeras señales?
Las primeras señales de la dislexia pueden observarse en la enseñanza formal, los primeros años de escolaridad primaria. En ellas podemos ver la dificultad para reconocer letras, confusión al aprender diferentes nombres, problemas para recordar información, dificultades para reconocer sonido de las palabras y también se observa lo que son palabras inventadas. Es necesario hacer una detección precoz: cuanto antes identifiquen las señales, se pueden implementar estrategias de apoyo para que los niños y las niñas eviten frustraciones y se favorezca una experiencia escolar acorde, positiva a lo que están necesitando.
–¿Qué signos frecuentes pueden advertir los docentes y las familias?
Algunos signos frecuentes son la confusión entre letras que son visualmente similares como la B, la D. Otras cosas que pueden tener en cuenta los docentes, no solo desde el área de lengua, sino donde se pueda observar lo que es un contenido pedagógico que esté plasmado de forma escrita. Se puede tener en cuenta, bueno, la inversión de sílabas, una lectura muy lenta, la dificultad para copiar del pizarrón o para recordar palabras conocidas. En ello, bueno, también vemos frustración del niño al no querer copiar o al sentir que va lento o que no quiere realizar una lectura en clase. Por eso en muchos casos evitan lo que son las tareas de lectura a la exposición para no generar burlas.
–¿Cómo se realiza el diagnóstico de dislexia?
El diagnóstico de la dislexia es interdisciplinario. Participan psicopedagogos, fonoaudiólogos, psicólogos, entre otros profesionales. Se utilizan evaluaciones estandarizadas que permiten explorar habilidades lectoras de conciencia fonológica, memoria verbal, atención y comprensión. No se trata solo de detectar un problema, sino de comprender cómo ese niño o niña puede aprender para acompañarlo desde sus fortalezas.
–¿Qué estrategias pedagógicas resultan más efectivas?
Las estrategias más efectivas son aquellas que parten de la comprensión de que todos aprendemos de maneras distintas. En el caso de los estudiantes con dislexia, el objetivo no es exigir que se ajusten a una única forma de enseñar por parte del docente, sino de ofrecer distintas vías para que ellos puedan acceder a los contenidos pedagógicos.
Algunas adaptaciones eficaces útiles son dar más tiempo para la lectura, para la escritura, priorizando lo que es la comprensión sobre la velocidad, presentar los contenidos de manera multisensorial, combinando lo visual, lo auditivo, lo kinestésico, usar imágenes, movimientos, dramatizaciones, utilizar tipografías legibles y espaciadas en los textos, o bien ofrecer material digital con lectura en voz alta, evitar lo que es la sobrecorrección ortográfica en las primeras etapas y valorar el contenido del mensaje por lo que es la escritura en sí.
En esto, bueno, es necesaria justamente la comprensión del diagnóstico para entender que los errores que los estudiantes pueden realizar no lo hacen de manera voluntaria y que a veces hacerlo o señalar los errores hace que tengamos o les brindemos una mirada negativa, justamente no ayuda a lo que es su desenvolvimiento, desempeño académico.
También es permitir otra de las estrategias, diferentes modos de evaluación, como respuestas orales, presentaciones, que ellos puedan contar con soporte visual, favorecer también el uso de tecnologías de apoyo como lectores de texto, audiolibros, procesadores con corrector ortográfico y trabajar la conciencia fonológica de manera lúdica y cotidiana, que es fortalecer la relación entre el sonido y la grafía.
–¿Qué rol cumplen los docentes y las familias en el acompañamiento?
Ambos son pilares. El docente tiene la oportunidad de crear un entorno de aprendizaje seguro y alentador donde ese niño no se sienta frustrado por los errores que pueda presentar o cometer en los procesos de lectura y de escritura, sino de señalar al error como parte del camino de aprendizaje, que no se desanimen de seguir, centrarse en los logros, en las fortalezas.
Y la familia, por su parte, va a brindar una contención emocional, va a reforzar la confianza, celebrar los avances por pequeños que sean. Es muy importante la información, la escucha, el trabajo en equipo, tanto desde los equipos interdisciplinarios, quienes trabajamos en consultorio, como el trabajo con la familia en conjunto y los docentes.
Cuando todos trabajamos en sintonía, el niño se siente comprendido, sostenido y puede tener avances en lo que es su rendimiento académico.
–¿Qué impacto puede generar la dislexia si no se aborda a tiempo?
El impacto puede ser profundo: pueden presentar frustración, inseguridad, baja autoestima, incluso desinterés por aprender. Por eso, más allá de la intervención pedagógica, es clave el acompañamiento emocional. La palabra, la mirada, el reconocimiento del esfuerzo son herramientas terapéuticas poderosas que lo podemos implementar en la casa, en el consultorio y, sobre todo, en la escuela también.
–¿Cuáles son los mitos más comunes en torno a la dislexia?
Uno de los mitos más frecuentes es creer que la dislexia se cura o que el niño o la niña va a superarlo si se esfuerza más. Otro es asociarlo con la falta de inteligencia. En realidad, las personas con dislexia suelen tener talentos destacados en el pensamiento visual, la creatividad, la resolución de problemas, la oratoria. La clave está en cambiar la mirada, no pensar en los errores o lo que falta, sino en la posibilidad y en la apertura hacia sus talentos y fortalezas.
–¿Cómo está el panorama en Santiago del Estero?
En cuanto a la información, se ha avanzado mucho, pero todavía hay un largo camino por recorrer en Santiago del Estero como en muchas regiones del país. Aún es necesario fortalecer lo que es la formación docente inicial y continua en torno a las dificultades específicas del aprendizaje. Sin embargo, hay cada vez más escuelas e instituciones comprometidas con la inclusión y la detección temprana, lo cual es un signo esperanzador.
–¿Qué desafíos persisten en el sistema educativo?
El principal desafío es que el sistema educativo aún está muy centrado en lo que es el proceso de aprendizaje que tienen los estudiantes a nivel escrito. Esto genera que muchos estudiantes con dislexia deben esforzarse el doble para mostrar lo que saben. A veces faltan buenos recursos, materiales adaptados y sobre todo tiempos institucionales para acompañar, pero cuando hay sensibilidad y apertura estos desafíos se pueden transformar en oportunidades de innovación pedagógica.
–¿Qué mensaje le gustaría dejar en este Día Internacional de la Dislexia?
En este día internacional de la dislexia, me gustaría invitar a las familias y a la comunidad educativa a mirar la diversidad, no como un desafío, sino como una oportunidad, donde entendamos que cada niño y niña con dislexia tiene una forma singular de percibir, comprender y crear.
Cuando los adultos acompañamos con paciencia, respeto y confianza, abrimos las puertas a que ese potencial florezca. La dislexia no define a una persona, es solo una manera distinta de procesar el lenguaje escrito.
Lo que realmente marca la diferencia es el entorno que le rodea: una escuela que entiende, que acompaña, promueve los procesos de detección temprana y de intervención en lo que es la escolaridad primaria, secundaria y en los otros niveles; una familia que apoya, que construye un autoestima seguro y sólido a partir de centrarnos en las fortalezas, las capacidades; y una sociedad que promueve la responsabilidad de construir culturas educativas donde cada modo de aprender tenga un lugar y un valor.