
Argentina reafirma su posición como una potencia apícola de relevancia global, con cifras que reflejan un crecimiento sostenido y un reconocimiento internacional por la calidad de sus productos. Durante los primeros ocho meses de 2025, el país exportó un volumen sin precedentes de más de 60.000 toneladas del complejo apícola, que incluye miel, cera, polen y abejas reinas. Este hito representa el mayor volumen de exportaciones en los últimos siete años, consolidando la recuperación y expansión del sector.
En términos económicos, las exportaciones apícolas generaron un total de US$143 millones, una cifra que subraya la importancia de esta industria para la economía nacional. La miel, en particular, es el producto estrella, apreciada globalmente por su pureza, trazabilidad y diversidad de floraciones. Los principales destinos de la miel argentina siguen siendo mercados exigentes como Estados Unidos y Alemania, donde los consumidores valoran la calidad superior del producto.
Abejas reinas argentinas: un activo genético valorado
Pero la influencia apícola argentina va más allá de los productos finales. El país se ha convertido también en un proveedor clave de material genético de alta calidad. En lo que va del año, 34.218 abejas reinas “made in Argentina” han viajado a destinos tan diversos como Dinamarca, España, Francia, Italia y Líbano. Estas reinas son altamente valoradas por su robustez, productividad y resistencia a enfermedades, contribuyendo al mejoramiento de la apicultura en otras latitudes. La demanda creciente de abejas reinas argentinas es un testimonio de la excelencia genética desarrollada por los apicultores locales.
Un sector en constante crecimiento y desafíos
Con más de 22.000 productores apícolas distribuidos por todo el territorio nacional y un parque de 4,2 millones de colmenas, la apicultura argentina es un sector dinámico que sigue endulzando el mundo con su sello distintivo. La diversidad climática y geográfica del país permite la producción de una amplia gama de mieles monoflorales y multiflorales, cada una con características organolépticas únicas.
Sin embargo, el sector también enfrenta desafíos. La sostenibilidad ambiental, la adaptación al cambio climático y la lucha contra plagas y enfermedades como la varroa, son aspectos cruciales que requieren inversión en investigación y desarrollo. Asimismo, el acceso a mercados internacionales más exigentes en cuanto a certificaciones y estándares de calidad representa una oportunidad para seguir diferenciando los productos argentinos.
El panorama para la apicultura argentina es prometedor. Con una tradición arraigada, un saber hacer consolidado y una proyección global en aumento, el complejo apícola argentino no solo contribuye a la economía, sino que también desempeña un rol fundamental en la polinización y la biodiversidad, consolidando su estatus como un verdadero tesoro nacional.