Este miércoles por la noche concluyó el escrutinio definitivo en la provincia de La Rioja, donde se proclamó ganador al peronismo oficialista liderado por el gobernador Ricardo Quintela, superando a La Libertad Avanza (LLA) por solo 782 votos. El resultado se da en un contexto político complejo y con importantes implicaciones para el futuro de la región.
En esta ocasión, la provincia cuyana ponía en juego dos escaños en la Cámara de Diputados, que fueron ocupados por Gabriela Pedrali, del frente Federales Defendamos La Rioja, y Gino Visconti, de LLA. El conteo final reflejó que la propuesta de Quintela obtuvo un total de 90.686 votos, mientras que el oficialismo nacional, que se presenta como la alternativa opositora, quedó atrás con 89.804 votos.
Aunque esta contienda no altera significativamente la distribución de bancas, sí representa un alivio para Quintela, quien ha mostrado ser uno de los opositores más fervientes a Javier Milei, actual presidente de Argentina. Además, se encuentra en un proceso de disputa dentro del Partido Justicialista (PJ), donde busca posicionarse como un referente importante frente a Cristina Fernández de Kirchner.
La ajustada victoria del peronismo genera preguntas sobre el futuro político de La Rioja. Históricamente, esta provincia ha estado bajo la hegemonía del PJ desde 1963, año en que la Unión Cívica Radical (UCR) logró romper con esa dinámica durante un período en el que el peronismo estaba proscripto. El hecho de que la última vez que un partido diferente al PJ ganó en La Rioja fue hace seis décadas acentúa la relevancia de este contexto electoral.
En cuanto a la participación ciudadana, se habilitaron 305.300 personas para votar en la elección de los dos diputados, con una participación electoral que alcanzó el 69,4% del padrón. Es importante señalar que en estas elecciones no se elegían senadores y que algunos distritos de la provincia votaron simultáneamente en la elección de la legislatura provincial.
Localmente, la provincia también renovó 18 de sus 36 legisladores, distribuidos en distintas secciones: ocho por la capital, tres por Rosario Vera Peñaloza, tres por General Felipe Varela, y cuatro de forma conjunta por Castro Barros, Sanagasta, Vinchina y General Facundo Quiroga. La competencia se recortó esencialmente entre el PJ y sus agrupaciones aliadas, así como los libertarios, mientras que otras fuerzas políticas quedaron sin representación.
Gracias a su fuerte desempeño en la capital, LLA logró obtener cuatro escaños, y podría alcanzar cinco dependiendo del conteo final en Rosario Vera Peñaloza. Por su parte, el oficialismo, apoyado por sublemas dentro de su estructura, mantuvo su predominio en el interior, asegurando un control que podría oscilar entre 29 y 31 bancas en la Legislatura riojana. En contraposición, se espera que la oposición obtenga entre cinco y siete lugares, donde LLA tendría la mayoría y la UCR se quedaría en minoría.
En conclusión, los resultados de estas elecciones en La Rioja dejan una huella significativa en el mapa político local, y plantean un escenario de tensiones y oportunidades para los actores involucrados. La persistencia del PJ, a pesar del avance de LLA, refleja la complejidad del panorama electoral y el delicado equilibrio de poder en la provincia.
