Por el Dr. Gustavo Carabajal – Cirujano Bariátrico y Coordinador del Equipo Multidisciplinario CAIRO

A todos nos pasa: un fin de semana con reuniones, asados o celebraciones donde comemos y bebemos un poco más de lo habitual. La comida forma parte de nuestra vida social y afectiva, y disfrutarla también es parte del bienestar.
Lo importante es cómo volvemos al equilibrio después, cuidando el cuerpo y recuperando buenos hábitos sin presiones ni extremos.
Volver a la rutina con equilibrio
El inicio de la semana puede ser una buena oportunidad para reconectarnos con hábitos saludables. No es necesario hacer dietas estrictas ni reducir al mínimo la comida: lo ideal es volver a una alimentación ordenada, con porciones adecuadas y alimentos frescos.
Hidratación, el primer paso
Luego de días con mayor consumo de sodio o alcohol, el cuerpo suele retener líquidos. Tomar abundante agua (al menos dos litros diarios) ayuda a eliminar toxinas y mejorar la digestión. Las infusiones suaves o el agua con limón también pueden ser buenas aliadas.
Alimentos reales, cuerpo equilibrado
Durante los días posteriores, conviene priorizar alimentos naturales: frutas, verduras, carnes magras, huevos, legumbres y cereales integrales. Evitar ultraprocesados, frituras o azúcares refinados ayuda a que el organismo recupere su ritmo normal y se sienta más liviano.
Moverse y descansar: dos aliados
Un paseo, una caminata o cualquier actividad física moderada favorece la digestión, mejora el ánimo y ayuda a estabilizar el metabolismo.
El descanso también es clave: dormir bien regula las hormonas del apetito y mejora el control del peso.
Cuidar la mente también es salud
Más allá de lo físico, es importante mantener una buena relación con la comida. Volver a cuidarse no debería ser sinónimo de culpa, sino de escucha y equilibrio. Aprender a disfrutar de manera consciente es parte de un estilo de vida saludable y sostenible.
Una mirada médica sobre el sobrepeso y la obesidad
Los fines de semana de excesos aislados no generan un problema de salud, pero cuando los desequilibrios se vuelven frecuentes, pueden contribuir al aumento de peso y al desarrollo de obesidad, una enfermedad que afecta cada vez a más personas en nuestro país.
