EL TRIBUNERO (no estaba laburando, pero River no me deja otra opción)
Cada vez menos margen de la épica Copa Libertadores del 2018 en Madrid ante Boca les queda; no saben qué, ni cómo festejar. Los triunfos ajenos sobre sus primos lo mantienen pero se les va acabando el dulce.
Lo de este domingo a la noche ante Gimnasia fue un mamarracho. Pierdes en tu cancha, llena dicen, te dan 9 minutos de adición, te cobran un penal fantasma, y sin embargo así la “pecheaste”.
Es gracioso porque insultan a los jugadores, pero a Gallardo ni lo nombran, prácticamente pasa desapercibido en cada derrota del equipo. Es tan intocable que escuché decir, “Que se vayan todos”, pero ¿y el Muñeco?, “no a él lo banco”.
Deben pensar que el superclásico salva el año, que ganarle a Boca en la Bombonera es la final que tanto esperaban, porque la triple corona de la Libertadores, la Copa Argentina y el Clausura, ya quedó atrás. Memoria a corto plazo tienen: los eliminó Palmeiras en cuartos y el colombiano Villa los amargó en la Copa Argentina.
“Hay que creer”, dice Gallardo y ellos, felices creen.
Crean porque si llegan a perder el superclásico y quedan afuera de la Libertadores, los comerán los piojos, mejor dicho, las itas, porque son Gallinas y nunca dejarán de serlo.
