“Esperar también es un acto de amor”: la historia de Macu y Matías, una pareja santiagueña que sueña con formar una familia a través de la adopción

Cada 9 de noviembre se conmemora el Día Mundial de la Adopción, fecha que resguarda miles de historias y en Info del Estero quisimos ponerle rostro y voz a una de esas que laten en silencio, en medio de la espera, la ilusión y la ternura. Conocimos a Macu y Matías, una pareja santiagueña que decidió abrir su corazón y compartir con Info del Estero cómo viven el proceso de convertirse en familia a través de la adopción.

“Yo soy Maximiliano García, me dicen Macu. Soy profe en Artes Visuales, diseñador gráfico y profesor de teatro”, se presenta con una sonrisa tranquila. A su lado, su compañero completa: “Soy Matías Ques, tengo 34 años y soy profesor y licenciado en Ciencias de la Educación. Trabajo en el nivel secundario y superior, y también en asesorías pedagógicas”.

Están juntos hace varios años, y hoy los une un mismo deseo: ser padres. Pero no un deseo cualquiera, sino uno que ha sido pensado, conversado y madurado con el tiempo.

“Siempre he querido ser padre desde niño”, confiesa Matías. “Una de las cosas que más me pesaban a la hora de vivir mi sexualidad libremente era eso: cómo iba a ser padre. Por eso festejé muchísimo en 2010 cuando las personas del mismo sexo pudimos adoptar. Me dio la posibilidad de consolidar mi proyecto de vida”.

Macu, en cambio, lo fue descubriendo de a poco. “En mi caso no fue algo que soñé desde chico, pero con el tiempo, y con Mati, me fui visualizando como un posible muy buen padre. Creo que la vida te va marcando etapas, y hoy siento que esta es una de ellas”.

El comienzo de una decisión compartida

La idea de adoptar no surgió de un día para otro. “Fue algo que veníamos hablando mucho, durante mucho tiempo”, cuentan. “Y fue en un viaje a Brasil, con dos amigos y su hija, que nos vimos rodeados de amor, juegos, familia… y dijimos: ¿por qué no? Cuando volvimos, lo tuvimos claro. Ese lunes mismo fuimos al Registro Único de Adopción (RUA)”.

Ahí empezó un proceso lleno de aprendizajes. “Lo primero que nos pidieron fue una carta escrita a mano, donde contáramos quiénes somos, por qué queremos ser padres, qué buscamos. A esa carta se le adjunta una foto familiar, y luego uno queda a la espera del llamado para los talleres”.

El camino de los talleres: entender la adopción desde el corazón

“Son cinco talleres, uno por mes, y la asistencia es obligatoria”, explican. Pero más que un trámite, los vivieron como un espacio de transformación. “Aprendimos que no se trata del derecho de ser padres, sino del derecho de un niño a tener una familia. Eso nos cambió completamente la mirada”, dice Matías con emoción.

En esos encuentros compartieron experiencias con otras familias y reflexionaron sobre sus propias expectativas. “Normalmente uno sueña con un bebé recién nacido, pero los talleres nos hicieron abrir el corazón a otras realidades: niños más grandes, grupos de hermanos, adolescentes”, cuenta Macu.

Hoy, su disponibilidad es mucho más amplia que al inicio. “En la primera carta habíamos puesto que queríamos un niño o niña de 0 a 5 años, pero después de todo lo vivido, entendimos que también podríamos recibir a hermanos o a niños mayores. Uno va creciendo con el proceso**”.

Sin etiquetas: la adopción como encuentro

En el camino también se encontraron con otras familias, de distintas realidades y orientaciones. “Nunca sentimos diferencia por ser una pareja homosexual”, aclaran. “El trato fue siempre muy profesional, muy humano. Vimos historias hermosas, tanto de parejas heterosexuales como homosexuales. Lo importante no es eso, sino la disponibilidad de abrir tu casa y tu corazón a otro ser humano”.

El acompañamiento del equipo del RUA, aseguran, fue fundamental. “Nos sentimos muy contenidos. Te explican, te escuchan y te ayudan a entender que los tiempos son necesarios. No se trata de esperar un papel, sino de prepararse para un encuentro real”.

El tiempo de la espera

Desde febrero de este año, Macu y Matías transitan esta etapa. Ya completaron los talleres y ahora están en la confección de su carpeta final, que incluye entrevistas con psicólogos, trabajadores sociales y una evaluación psicotécnica. “Esperamos que a fin de año ya esté el informe final para ingresar a la lista de espera”, cuentan con ilusión.

Mientras tanto, la espera se llena de gestos cotidianos: “Vamos preparando la casa, ordenando espacios, imaginando cómo será ese momento. Aunque sabemos que puede tardar, queremos que todo esté listo para cuando llegue”.

Lo más difícil, admiten, es comprender los tiempos. “Hay que trabajar la ansiedad y confiar. Esperar también es un acto de amor”, resume Matías.

“Creo que la adopción no es llenar un vacío, sino crear un encuentro”, dice Macu. “Es abrir espacio a una nueva historia que aún no conocemos, pero que ya amamos”.

Y en esa espera amorosa, ellos ya son, de algún modo, familia.

¿Querés conocer más sobre el proceso de adopción en Santiago del Estero? El Registro Único de Adopción (RUA) funciona en el Poder Judicial y ofrece información, acompañamiento y talleres para todas las personas interesadas en formar una familia adoptiva.