Las pólemicas con la serie de Fernando Baez Sosa

La nueva producción de Netflix “50 segundos: el caso Fernando Báez Sosa” generó todo tipo de debates en la audiencia y en las redes sociales. El documental reconstruye lo ocurrido aquel verano de 2020 en Villa Gesell, cuando un grupo de chicos mató a golpes a Báez Sosa, que en ese momento tenía tan solo 18 años, a la salida de un boliche.

En particular, una de las polémicas en torno a la docu-serie de tres capítulos se desató por el lugar que le dan a los asesinos, cinco de ellos condenados a prisión perpetua. En “50 segundos: el caso Fernando Báez Sosa”, los culpables de la muerte del joven son entrevistados. Seis de los ocho jóvenes condenados hablan en el documental y cuentan cómo viven la vida en prisión. Se trata de Máximo Thomsen, Lucas Pertossi, Enzo Comelli, Blas Cinalli, Ciro Pertossi y Ayrton Viollaz.

La ausencia de Virginia Pérez

Virginia Pérez, una persona clave en el caso de Fernando que quedó fuera del documental. La joven, que en ese momento tenía 17 años, fue la primera en auxiliar a Báez Sosa realizándole maniobras de RCP y se quedó con él hasta sus últimos momentos de vida.

Sin embargo, su voz no aparece en esta producción y los usuarios no tardaron en recordarla. Algunos lo marcaron como un grave error de Netflix y hasta la misma joven declaró que no le habían avisado a “los partícipes afectados psicológicamente que iban a hacer un documental sobre un caso en el que están involucrados en la plataforma más vista”, dando a entender que ella jamás había sido siquiera informada de que se estaba armando la serie.

Tras ver el documental de Netflix, la joven compartió su opinión sobre la producción y criticó la decisión de la plataforma.

“Algunos prefieren darle voz a asesinos y/o cómplices, pero ¿quiénes somos nosotros para juzgar?”, publicó Pérez, acompañando el posteo con un emoji de dinero.

Lo cierto es que Pérez no sólo había sido clave por sus intentos de salvataje, sino que más tarde, durante el juicio, su accionar fue retomado cuando los abogados de la defensa intentaron dispersar culpas, acusando como posible causa de muerte una mala praxis de RCP.

Las declaraciones de Emilia Pertossi

Por otro lado, el documental volvió a poner en el centro de la escena a Emilia Pertossi Cinalli, hermana de Ciro y Luciano Pertossi, y prima de Lucas Pertossi y Blas Cinalli. Sus declaraciones en defensa de sus familiares generaron una fuerte controversia y rechazo en redes sociales.

En la producción, Emilia afirma: “No me quiero imaginar lo que es perder a un hijo, pero no es una competencia de qué dolor es más grande”. Esta frase fue interpretada por muchos usuarios como una minimización del dolor de la familia de Fernando Báez Sosa. Además, entre lágrimas, relató cómo se acostumbró a visitar la unidad penitenciaria para ver a sus hermanos, aunque reconoció que “el dolor siempre está”.

La reacción en redes sociales no se hizo esperar, con numerosos usuarios expresando su descontento y cuestionando que sus palabras relativizaran la tragedia que vivieron los padres de Fernando.

El documental, dividido en tres capítulos, reconstruye los hechos ocurridos en Villa Gesell durante el verano de 2020 y presenta testimonios de familiares y allegados. 

La ausencia de Julieta Rossi

Además Julieta Rossi quien tenía apenas 17 años cuando su vida cambió para siempre. Era la novia de Fernando Báez Sosa. Pero mientras la familia de Fernando se convirtió en símbolo de lucha y justicia, Julieta tomó un camino diferente. Sufrió estrés postraumático y tuvo que realizar un tratamiento psiquiátrico para salir adelante. Buscó sobrevivir. Buscó respirar. Buscó reconstruirse.

Y hoy, a los 23 años, su historia vuelve a llamar la atención. Después del crimen, Julieta intentó mantenerse cerca de los padres de Fernando. Los acompañó, estuvo presente, incluso se convirtió en un sostén emocional en los primeros meses. Pero el dolor era demasiado. La culpa, el trauma, el recuerdo constante, la exposición mediática: todo la desbordó. “Le hacía muy mal”, aseguran quienes la conocen. “No podía seguir presente en cada acto, en cada audiencia, en cada reconstrucción del horror.”  Fue ahí donde tomó la decisión que cambiaría su vida: se fue a Estados Unidos a estudiar danza. Lo que empezó como una vía de escape se convirtió en una carrera. 

Julieta regresó a la Argentina convertida en una artista profesional y los escenarios empezaron a abrirse: Bailó con Ecko, trabajó con Aitana, participó en producciones junto a Flor Vigna, y la semana pasada estuvo en los Premios Ídolos, donde varios colegas destacaron su presencia. 

Y con el esperado documental que generó impacto inmediato, entre las miles de reacciones, un detalle llamó poderosamente la atención: Julieta Rossi no aparece. No dio testimonio. No participó del homenaje audiovisual. Su silencio, para muchos, fue un gesto elocuente. Para otros, simplemente una decisión personal entendible después del dolor vivido.