Lorenzo Valentino Concha tiene apenas 8 años, pero ya carga con una historia que emociona, inspira y demuestra que el talento, cuando se acompaña de sacrificio y amor, puede romper cualquier distancia. Todos lo conocen como “Lolo”, el lateral izquierdo de la categoría 2017 de Atlético Tucumán, un chico que juega con una mezcla de velocidad, visión de juego e intuición táctica difícil de ver en un niño de su edad.
Su historia en el fútbol comenzó muy temprano: a los 3 años, cuando dio sus primeros pasos en la Escuela de Fútbol Infantil de Luis Brandán. Desde entonces, su camino lo llevó por distintas instituciones que ayudaron a formar su estilo y su carácter: Atlético Santiago, la Escuela River Plate, La Tercera FC y la Escuela Real. Cada entrenamiento, cada técnico y cada canchita fueron dejando huellas en este chico que, mientras otros jugaban por jugar, ya soñaba despierto.

Pero lo que más conmueve del pequeño Lolo no está solo en la pelota: está en su vida. Para asistir a los entrenamientos en Atlético Tucumán, recorre junto a su familia 260 kilómetros ida y vuelta, una travesía que se repite semana tras semana. Nada lo detiene. Ni la distancia, ni el cansancio, ni las dificultades que la vida ya le puso adelante demasiado pronto.

Lolo tiene tres hermanas y un hermano, y juntos aprendieron a apoyarse después del golpe más duro: hace poco más de un año perdieron a su mamá. Desde entonces, el fútbol se convirtió no solo en su pasión, sino en un refugio y una fuerza que lo impulsa a seguir creciendo. Cada partido parece jugarlo también por ella.
Su esfuerzo no pasó desapercibido: clubes importantes como Talleres de Córdoba, Lanús, Argentinos Juniors y River Plate ya posaron los ojos en este pequeño lateral de enorme proyección. Y no es casualidad: en la cancha se lo ve decidido, rápido, inteligente; afuera, humilde, maduro y agradecido, como si supiera que su historia recién empieza.

Este sábado 20, Lolo sumó un nuevo capítulo a su sueño: se coronó campeón de la Liga Tucumana de Fútbol, Copa de Oro, un logro que celebró con lágrimas, abrazos y ese brillo especial en los ojos que solo tienen los chicos que aman lo que hacen.
Lorenzo “Lolo” Concha no es solo una promesa. Es un ejemplo. Un niño que, con 8 años, enseña que la pasión puede más que las dificultades, que la constancia vence a la distancia y que los sueños, cuando se trabajan, se acercan.
La historia de Lolo recién empieza… pero ya emociona. Y promete mucho más.
