Redes sociales, FOMO y estereotipos: un programa que cuestiona la belleza hegemónica

En una nueva edición del programa “O sea, digamos”, que se emite por Info Stream, se abordó un tema tan actual como necesario: la obesidad, el sobrepeso y la salud entendida más allá de la estética. La charla estuvo guiada por Luana Vázquez, columnista del ciclo, quien estuvo acompañada por Lucy Santucho, estudiante de comunicación y participante invitada en esta edición.

El eje del programa giró en torno a la consigna “Cuerpos libres, belleza que oprime”, una frase que resume la paradoja que atraviesa a la sociedad contemporánea. En tiempos donde la palabra libertad aparece constantemente en el discurso público, la presión estética no solo persiste sino que se transforma, adaptándose a cada época y a los patrones de consumo cultural.

La paradoja de la libertad estética en tiempos digitales

Las panelistas reflexionaron sobre cómo, a través de los años, los cuerpos han sido disciplinados como forma de validación social: para ser escuchadas, respetadas o incluso aceptadas en determinados espacios. Hoy, en plena era digital, esa disciplina se reproduce con mayor intensidad a través de las redes sociales.

Aunque se habla de libertad corporal, diversidad y aceptación, en plataformas como Instagram o TikTok predomina un canon estético rígido, que se actualiza constantemente:

  • La moda del botox y los retoques faciales.

  • La delgadez como ideal fluctuante según la década.

  • Los estereotipos de “belleza perfecta” que los influencers impulsan como modelos a seguir.

Las conductoras remarcaron que la estética digital sigue marcando un patrón común y excluyente, donde las imágenes editadas, los filtros y los cuerpos “perfectos” generan un estándar casi imposible de alcanzar.

Redes sociales, autoestima y trastornos alimenticios

El debate también apuntó a cómo estos modelos de belleza influyen en los trastornos alimenticios, especialmente en adolescentes y jóvenes expuestos a contenido aspiracional. Muchos influencers promueven estilos de vida “ideales”, dietas extremas o rutinas que no siempre reflejan la realidad, generando un impacto emocional profundo en quienes consumen ese contenido.

El FOMO: la ansiedad de no pertenecer

Uno de los conceptos centrales que surgió fue el FOMO (Fear Of Missing Out), un fenómeno que describe el miedo a quedarse afuera de tendencias, estilos de vida o hábitos que parecen indispensables para “encajar”.

Según las panelistas, los influencers funcionan como “potenciadores seriales del FOMO”, ya que construyen una narrativa visual que invita a imitar, comprar, modificar el cuerpo o adoptar rutinas que prometen bienestar pero, en muchos casos, generan ansiedad y frustración.

Quienes no logran ajustarse a esos patrones estéticos o productivos quedan atrapados en una sensación de insuficiencia permanente, lo que demuestra que la aparente libertad de elección convive con una presión silenciosa pero constante.

Un debate necesario para entender nuestro tiempo

“O sea, digamos” volvió a instalar un tema central en la agenda: cómo la belleza digital condiciona la vida cotidiana, influyendo en la autoestima, la salud física y mental, y el modo en que nos relacionamos con nuestro propio cuerpo.

En una era donde la imagen domina, el programa invita a pensar qué significa realmente ser libres cuando las redes sociales imponen un filtro que decide qué cuerpos “encajan” y cuáles quedan fuera.