Este viernes Lorena Villaverde, la candidata que La Libertad Avanza llevó al triunfo en Río Negro con el 42% de los votos, siguió la jura desde la platea, su diploma regresó a la Comisión de Asuntos Constitucionales por acuerdo unánime de todos los bloques en Labor Parlamentaria.
Recordemos que en 2002 fue detenida en Miami cuando intentaba adquirir quince kilos de cocaína en un operativo encubierto del FBI. Condenada por contrabando agravado en Estados Unidos, pasó meses en prisión preventiva y quedó con prohibición perpetua de ingresar a ese país. En la Argentina acumula embargos por más de cincuenta millones de pesos por presuntas ventas irregulares de lotes en Las Grutas, allanamientos por supuesto lavado de activos en 2017 y vínculos documentados con Federico “Fred” Machado, el empresario rionegrino extraditado hace apenas días por narcotráfico y blanqueo a través de droguerías truchas.
La Justicia federal sostiene que Machado canalizó setenta y tres millones de pesos en facturas apócrifas para financiar campañas de La Libertad Avanza en la Patagonia, entre ellas la de Villaverde. Su apoderado provincial, Santiago Viola, la denunció por administración fraudulenta y por quedarse con fondos de la campaña. Una excolaboradora la demandó por salarios impagos en negro. No existe condena firme en el país, pero el conjunto de antecedentes bastó para que el olor resultara insoportable en un bloque que hizo de la lucha contra la impunidad su bandera más visible.
Patricia Bullrich, flamante titular del bloque oficialista en el Senado, defendió la incorporación con la firmeza que la caracteriza: “No tiene ninguna condena en Argentina”, repitió en redes y en privado, y cerró su argumentación con un “mucho ruido y pocas nueces”. Presionó a los radicales, ofreció concesiones en comisiones, peleó hasta el último minuto. No obtuvo resultado. En Balcarce 50 hicieron el cálculo: perder una banca es un costo menor que permitir que la oposición convierta a Villaverde en ariete cada vez que se vote un decreto de necesidad y urgencia o el Presupuesto 2026. Victoria Villarruel guardó silencio desde la presidencia de la Cámara, Karina Milei no escribió una sola línea, y Bullrich quedó sola con su postura.
Por su parte, José Mayans y los suyos, desde la oposición, encontraron ahora la oportunidad de erigirse en custodios de la moral pública. Los radicales, que negocian la reforma laboral y los acuerdos económicos con el Ejecutivo, votaron en bloque. Un senador de la UCR me lo dejó claro en off: “Crear el precedente de impedir el ingreso a alguien sin condena firme es una locura; por eso se envió a comisión. Y estoy convencido de que el oficialismo hará todo lo posible para que Villaverde no vuelva nunca más”.
Desde el bloque del PRO, o al menos desde sus sectores más críticos, el análisis fue aún más crudo. En los pasillos se repetía una frase que terminó de sellar el clima: “Con este prontuario no debería asumir. Si bien no tiene ninguna causa penal con proceso, tiene impedimento de entrada a Estados Unidos y denuncias por estafa en Río Negro”. El impedimento yanqui es definitivo; las estafas, embargadas y documentadas. Nadie quiere cargar con el costo político de defender lo que, en privado, hasta los propios consideran indefendible.
Villaverde, por su parte, continúa publicando descargos en redes sociales. Pero la pregunta ya se instaló en el corazón del sistema político y entre los votantes que la acompañaron: ¿responderá una por una las acusaciones, exhibirá su situación completa ante la sociedad y explicará cómo justifica cada tramo de su historial judicial, financiero y político?. Su silencio empieza a pesar tanto como sus antecedentes.
El daño, sin embargo, no lo infligió la oposición con su hipocresía habitual. Lo provocó el propio oficialismo al permitir que una candidata con ese legajo llegara hasta aquí. Porque el compromiso central de Javier Milei fue terminar con la impunidad protegida por el “no hay condena”. El gobierno boicoteó la ley de Ficha Limpia cuando pudo impulsarla en mayo. Hoy esa decisión le revienta en la cara con nombre y apellido: Lorena Villaverde. La escoba con la que prometieron barrer a la casta, hoy barre para adentro. Cuando tuvo la oportunidad de honrar su promesa, optó por la conveniencia antes que por el principio.
En Río Negro ya la llaman “la tóxica”. El segundo de la lista, Enzo Fullone (hijastro de Machado), espera en la puerta por si Villaverde renuncia o es definitivamente apartada. El apoderado Viola y el legislador Berros, ambos libertarios, la denuncian en tribunales y en los medios locales. Nadie en su espacio le responde. El vacío es elocuente.
Bullrich perdió la primera batalla antes de asumir formalmente. El gobierno que prometió terminar con la casta inicia su nueva etapa parlamentaria con una banca en suspenso, una grieta que se abrió por su propia puerta y una imagen de pureza que se resquebraja justo cuando más necesita credibilidad para negociar reformas, DNU y Presupuesto.
En política, la coherencia no es un adorno: es el único capital que, cuando se gasta, no vuelve. Hoy La Libertad Avanza lo dilapidó en un mutismo que retumba más fuerte que cualquier motosierra. El Senado le cerró la puerta a Villaverde, pero fue el propio oficialismo el que giró la llave desde adentro.
