Grandes deportistas, grandes historias:de refugiada a atleta olímpica, el viaje de Yusra Mardini

El sonido del agua siempre formó parte de la vida de Yusra Mardini. Creció en Damasco, donde aprendió a nadar como cualquier chica de su edad, sin imaginar que años más tarde esa misma destreza sería la que le salvaría la vida. Allí representó a Siria en competencias internacionales, mientras su familia soñaba con verla en unos Juegos Olímpicos.

Pero la guerra cambió todo. Las bombas no solo destruyeron su casa, también rompieron su rutina, sus proyectos, la seguridad de su infancia. Y con apenas 17 años tomó una decisión impensada de huir.

En 2015, junto a su hermana Sarah, emprendió un viaje de supervivencia. Cruzaron la frontera hacia Líbano, continuaron hacia Turquía y finalmente subieron a un bote rumbo a Grecia. La embarcación llevaba más del doble de personas de las que podía soportar. A mitad del camino, el motor se apagó y el bote comenzó a hundirse lentamente.

Entonces apareció el coraje. Sin pensarlo, Yusra, su hermana y otras dos personas se arrojaron al agua. Durante tres horas empujaron la embarcación en plena oscuridad. Nadaban sin saber si lograrían llegar, pero cada brazada significaba seguir luchando por la vida de todos.

Llegaron exhaustas a la isla de Lesbos. Salvaron a 18 personas. Y desde ese instante, también renació un sueño. Tras atravesar Europa, la familia logró refugiarse en Alemania. Allí Yusra volvió a entrenar. Regresó a la piscina, esta vez con un objetivo más profundo: demostrar que incluso cuando alguien lo pierde todo, puede volver a empezar.

El Comité Olímpico Internacional, impresionado por su historia, decidió apoyarla. En 2016, Yusra fue seleccionada para conformar el equipo de Atletas Olímpicos Refugiados que compitió en los Juegos de Río de Janeiro bajo la bandera olímpica. Allí disputó las pruebas de 100 metros estilo libre y mariposa.

Cuando ingresó al estadio olímpico, no representaba a un país, sino a millones de personas desplazadas por la guerra. Era la voz de quienes tuvieron que abandonar su hogar, pero no sus sueños.

Ese día, el mundo la vio nadar no solo como atleta, sino como símbolo de resistencia. Yusra Mardini transformó un océano de miedo en una ola de esperanza.