**Por Cecilia Inés Russo
Toda transformación profunda en un equipo comienza por un cambio de conversación. Primero se aprende a coordinar: clarificar pedidos, sostener acuerdos, ordenar responsabilidades. Es el lenguaje mínimo que permite que las cosas sucedan. Pero hay un punto en el que coordinar ya no alcanza. Cuando el contexto cambia rápido, cuando las demandas superan la capacidad individual o cuando las soluciones conocidas dejan de funcionar, aparece la necesidad de un nivel superior de liderazgo: la co-creación.
La co-creación es la evolución natural de los equipos que maduran. No es un taller, no es una dinámica, no es una técnica para “sumar participación”. Es un modo de estar juntos frente al futuro. Es pasar de “te digo lo que hay que hacer” a “diseñemos juntos lo que necesitamos crear”. Es dejar de pedir respuestas para empezar a habilitar preguntas.
Muchos líderes comienzan a diseñar este tipo de conversaciones con su equipos después de haber pasado por la experiencia delcansancio por cargar solos. El liderazgo individual, cuando intenta sostenerlo todo, se desgasta, se rigidiza y pierde creatividad. En cambio, cuando el equipo se convierte en diseñador del camino —no solo ejecutor—, algo esencial cambia: el futuro deja de depender de una sola persona.
En múltiples procesos que he acompañado, escuché la misma frase en distintos acentos, países y realidades:
“Ceci, estoy agotada. El equipo coordina, sí… pero sigo siendo yo quien piensa, quien anticipa, quien diseña todo.”
Ese cansancio no es falla del liderazgo; es señal de evolución. Coordinar ordena, pero no libera. Lo que libera es co-crear.
Y aquí aparece una parte profundamente personal para mí: este es, justamente, uno de los territorios donde más disfruto trabajar con líderes y equipos. Acompañarlos a dar el salto de la coordinación a la co-creación —a ese espacio donde el pensamiento colectivo se vuelve diseño compartido— no solo es parte de mi experticia profesional, sino uno de mis lugares de mayor pasión. He visto demasiadas veces la transformación que ocurre cuando un equipo descubre su propia potencia creativa como para no creer en este camino con convicción.
Co-crear no significa abrirlo todo ni votar cada decisión. Significa convocar la inteligencia colectiva y habilitar que el pensamiento del equipo sea motor, no adorno. Significa que las personas no solo sepan lo que tienen que hacer, sino también para qué lo hacen, hacia dónde van y qué quieren construir juntas.
Hay momentos en que esto se vuelve evidente. Un líder que decide abrir una pregunta en lugar de dar una indicación. Un equipo que deja de decir “decinos qué quieres que hagamos” para empezar a decir “tenemos una propuesta”. Una reunión donde, por primera vez, el diseño surge de varias voces entrelazadas y no de una sola cabeza agotada.
En esos instantes sucede algo poderoso:
el liderazgo deja de ser un punto de emisión
y se convierte en un espacio de creación compartida.
¿Cómo pasan los equipos de coordinar a co-crear?
- De ejecutar tareas a diseñar sentidos. Lo que se diseña no son solo actividades: es el propósito que las ordena.
- De esperar instrucciones a formular propuestas. La responsabilidad se desplaza y se distribuye.
- De reaccionar al problema a anticipar la posibilidad. El equipo empieza a ver antes, no después.
- De sostener el líder a sostenerse entre todos. La carga deja de estar arriba y se convierte en tejido colectivo.
La co-creación no produce solo mejores planes: produce equipos más vivos, más responsables, más inteligentes. Y también produce líderes más livianos, más lúcidos, más presentes. Porque cuando el futuro se diseña entre muchos, nadie queda solo sosteniéndolo todo.
Al final, coordinar es necesario. Pero co-crear es lo que permite que un equipo se convierta en autor de su propio camino. Y ahí aparece una potencia nueva: la sensación de que el futuro no es algo que viene de afuera, sino algo que hacemos nacer juntos.
