María Becerra vivió un fin de semana histórico en el estadio Monumental, donde fue reconocida con una placa por haberse convertido en la primera artista argentina en agotar cuatro estadios River Plate, además de ser distinguida por inaugurar el formato 360° en ese escenario emblemático.

La entrega del reconocimiento se realizó en la previa de su presentación y marcó el inicio de una seguidilla de shows que consolidaron a la cantante como una de las figuras más convocantes de la música nacional. Con estas fechas, Becerra sumó su tercer y cuarto recital en River, un hito inédito para una artista mujer argentina.
En su primer show del año en el Monumental, María desplegó un espectáculo de casi tres horas basado en el universo conceptual de su álbum Quimera. El relato escénico estuvo atravesado por cuatro alter egos —Shanina, Maite, Gladys y Jojo— que, según explicó la propia artista, representaron distintas etapas de su proceso personal y creativo. Cada uno estuvo vinculado a un elemento (agua, aire, tierra y fuego) y estructuró las cinco etapas del recital.

Con un escenario circular ubicado en el centro del estadio, la banda en el campo y pantallas gigantes estratégicamente distribuidas, más de 85 mil espectadores vivieron una experiencia inmersiva de nivel internacional. La puesta combinó música, teatro, coreografías, cinco cambios de vestuario y más de 70 personas en escena entre bailarines, performers y coristas.
El show abrió con Shanina, alter ego regido por el agua, y la sorpresiva aparición de Paulo Londra, con quien interpretó “Ramen para dos”. A lo largo de ese segmento también sonaron “Infinitos como el mar”, “Hasta que me enamoro”, “Ojalá” y “Cuando hacemos el amor”.
La etapa de Maite, vinculada al aire y a la faceta más vulnerable de la artista, contó con la participación de Abel Pintos, quien interpretó “Recuerdo que nunca existió”, y de Tiago PZK, que desató una ovación con “Entre nosotros”.
El tercer bloque estuvo protagonizado por Gladys, asociada al elemento tierra y a las raíces barriales de María. Allí se destacó una escena teatral ambientada en una cena familiar, con la participación de integrantes reales de su familia y la aparición de Ariel Puchetta, de Ráfaga, en uno de los momentos más celebrados del espectáculo.

La última transformación llegó con Jojo, el alter ego del fuego, donde primaron la sensualidad, el empoderamiento y la irreverencia. En este tramo, María sorprendió al aparecer montada sobre un escorpión gigante durante “Hace calor”. Pasadas las 23, una narración en off a cargo de Gabriel Rolón hilvanó el recorrido emocional del show y dio paso a la faceta más genuina de la cantante.
El cierre del primer recital fue íntimo y emotivo: María compartió el escenario con Taichu, su telonera, y luego con su pareja J Rei, con quien interpretó “Mi amor” suspendidos sobre el estadio. El gesto de Rei, al mostrarle un tatuaje dedicado, conmovió hasta las lágrimas a la artista, que se despidió visiblemente emocionada del público.
Al día siguiente, María Becerra regresó al Monumental para completar su cuarto River Plate ante una multitud. En ese segundo show, volvió a demostrar por qué es una de las voces más importantes de la música argentina actual, combinando euforia, emoción y un fuerte mensaje de identidad nacional.

La segunda noche también tuvo un momento inesperado que desató gritos y aplausos: la aparición de Carolina ‘Pampita’ Ardohain durante la intro de “Jojo”. Con un vestido rojo y recorriendo el escenario 360°, la modelo aportó un plus de impacto visual que rápidamente se viralizó en redes sociales.
Con estos dos shows, María Becerra no solo presentó Quimera ante más de 85 mil personas por noche, sino que selló un capítulo histórico en su carrera, reafirmando su lugar como referente indiscutida de la música argentina contemporánea.
