La Justicia Federal intenta desentrañar la compleja red detrás del millonario cargamento de cocaína secuestrado al agenciero misionero Hugo Alejandro Kalenok, de 30 años. Los 90,128 kg. de droga, fraccionados en 85 panes y celosamente camuflados en bancos de cemento de jardín, tendrían un valor estimado en el mercado ilegal de $1.000 millones.
El juez Federal, Sebastián Argibay, y el secretario Mario Medina están a cargo de la investigación, que busca trazar la “ruta de la droga” y determinar si el conductor, domiciliado en el Barrio Virgen del Rosario de Posadas, actuó solo o si formaba parte de una organización más grande. Gendarmería Nacional, por su parte, investiga la posible participación de cómplices o vehículos “prófugos” que podrían haber acompañado la carga durante el trayecto.

El dramático operativo se desencadenó el pasado viernes al mediodía. Kalenok, a bordo de una 4×4 Toyota Hilux, llegó al interior del departamento Copo, en Santiago del Estero. Al ser requerido por un policía en un control vehicular, el agenciero reaccionó con nerviosismo, aceleró y huyó, dejando sus documentos personales en el puesto.
La huida se intensificó en Monte Quemado (Copo), donde el conductor, en un intento desesperado por evadir a las fuerzas de seguridad, atropelló a dos gendarmes. Uno de los uniformados sufrió una fractura en un brazo y debió ser hospitalizado de urgencia, lo que elevó la gravedad del caso.
Se inició así una alocada persecución que se prolongó por la Ruta Nacional 16, abarcando aproximadamente 270 kilómetros y extendiéndose por casi tres horas. La 4×4, descrita en modo “Meteoro” por fuentes policiales, finalmente apareció en la localidad de Presidencia Roque Sáenz Peña, en la provincia del Chaco.

Tras ser interceptado por la policía, el misionero abandonó la camioneta e intentó internarse a pie en el monte, pero fue rápidamente alcanzado y reducido por agentes de Tránsito y Seguridad Vial, a unos 200 metros del vehículo.
Aunque el test de alcoholemia arrojó resultado negativo, la camioneta presentó anomalías clave: si bien los números de motor, chasis y plaquetas eran originales, la cédula de identificación del vehículo resultó ser apócrifa, un indicio más de la naturaleza ilegal del transporte.
El foco de la investigación ahora se centra en desmantelar la organización que proveyó el cargamento y coordinó la logística para camuflar la droga con tal sofisticación, utilizando el cemento como un inusual método de ocultamiento.
