Un atardecer para brindar con amigos y familia: así se vivió el primer Sunset de Weisburd Bier

Por Lourdes Suárez Torres

¿Leí bien? ¿Un evento cervecero en Santiago del Estero un lunes a la tarde? La respuesta estaba ahí, servida en vaso frío y con el sol cayendo de fondo: Sunset de Weisburd, y estuvo tremendo.

Ayer, 22 de diciembre, disfrutamos del primer sunset birrero en el patio de los chicos. El atardecer se fue acomodando despacio entre risas, música y el verde que rodea la fábrica. El equipo de Weisburd volvió a hacer de las suyas con una propuesta pensada para disfrutar las tardes de verano, en su casa, en el Parque Industrial, de la mano de Guido Benseñor y Mariela Guzmán.

Canilla libre y juegos para toda la familia

Había cerveza artesanal y gin para los grandes, puestos de hidratación durante toda la noche, comidas para compartir y ese clima relajado que invita a quedarse. Los chicos corrían y jugaban, los adultos también (porque sí, hubo juegos para todos) y el tiempo pasó sin apuro, como pasan las cosas lindas.

Una vez más, Mariela y Guido, nuestros amigos dieron un paso más hacia la innovación. Ideas simples pero súper bien pensadas, trabajo en equipo y una comunidad que crece. Ellos mismos lo habían anticipado: este fue el primer evento de este tipo que organiza la marca, con el objetivo de reunir amigos y seguir agrandando la comunidad Weisburd, apostando a una experiencia distinta para las tardes de verano. Y se notó. A pesar de la lluvia, la logística estaba lista para que el evento se haga igual, pero al final, el sol salió para regalarnos ese atardecer que buscábamos.

El evento se extendió de 19 a 01 horas y estuvo pensado como un verdadero punto de encuentro: amigos, familias y amantes de la cerveza artesanal compartiendo un ambiente distendido, rodeado de verde y buena energía. La entrada tuvo un valor de $15.000 e incluyó canilla libre de cerveza artesanal y gin tonic, puesto de hidratación, picoteo de pizzas, panchos, papitas y pochoclos, ¡y hasta incluía el repelente! Además, hubo sorteos, premios y muy buena música durante toda la tarde.

También estuvo la comida de Meraki y un espacio especialmente destinado a las infancias, lo que terminó de convertir al sunset en una propuesta ideal para disfrutar en familia.

Cada vez que vamos a Weisburd la pasamos bien. Y no es casual: la calidez de los chicos y de todo el equipo te abraza apenas llegas y te invita a volver. Ojalá, de corazón, este sunset se repita muchas veces más. Y como siempre, seguir apoyando la producción local.

Salud.

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